Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 79

Abraham nuestro padre en la fe

Con esta Cabria terminamos su publicación hasta que pase el verano. Como la figura de Abraham también ha llegado hasta nosotros por los li­bros del Nuevo Testamento (NT), me ha parecido bien dedicar algunos pasajes de esta última sección a Abraham en el Nuevo Testamento (NT).

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 78

El sacrificio del hijo único (d)

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo). Ni que decir tiene, mi entrañable amigo Abraham, que saltarías de alegría, al ver que tu hijo unigénito había sido salvado por Dios.

Abraham: Ya puedes figurarte. Abracé a mi hijo y él se abrazó a mí y los dos contemplamos extáticos, viendo cómo el cordero se iba consumiendo, y juntos dimos gracias a Dios. Para no olvidar aquel trance yo puse a aquel lugar «Yahveh provee», de donde se dice hoy en día: «En el monte "Yahveh provee"»

Christian. Hace tiempo que leí un comentario a este texto y hablaba del “grito de alegría de Dios” al ver vuestros saltos de júbilo. Yo creo que, en realidad, lo que Dios quería es rechazar los sacrificios humanos, tan corrientes en otras religiones colindantes.

Abraham: Pues sí, y por eso me llamó otra vez desde los cielos, el ángel de Yahve y me dijo:

 «Por mí mismo juro, oráculo de Yahveh, que por haber hecho esto, por no haberme negado tu hijo, tu único hijo, yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descen-dencia como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos.

Christian: Veo, amigo Abraham que, después de la prueba, vuelve a aparecer el Dios siempre fiel.

Abraham: Es verdad, pues Dios me dijo que su bendición pasará a todas las generaciones por mi descendencia. Y esto en pago de haberle obedecido.

Christian: Yo también me alegro de que haya respirado tu alma; porque has respirado el puro amor, la fe total; la esperanza contra toda esperanza. Perdona si te digo que has subido a la cima de la verdadera religión, de la obediencia religiosa, del abandono. Dios ha salvado a tu hijo, pero también es verdad que Isaac ha renacido por tu fe.

Abraham: Todo es don de Dios. No lo entendemos muchas veces. La fe no es la evidencia: es entrar en el misterio de Dios, pero sin comprenderlo; nuestra inteligencia es muy pequeña para meter en ella a Dios, como si se tratara de una idea o de una cosa. Dios es para nosotros un misterio, que llegaremos a comprender cuando “Él sea todo en Todos”.

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 77

El sacrificio del hijo único (c)

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Por fin llegásteis a la cima del monte...

Abraham: Por favor, no sigas porque se me encoge el corazón y se me conmueven las entrañas.

Christian: Perdona, amigo Abraham, Te he preguntado porque ya sé el desenlace. Tu hijo está vivo y sólo quiero saber, por el ejemplo que me das con tu fe firme y tu esperanza inquebrantable.

Abraham: En primer lugar te diré que la fe es un don de Dios, aunque es verdad que he pasado a la historia como el padre de los creyentes. Te contaré, amigo Christian: mandé a los criados que se quedaran y nos esperaran y los dos empezamos a subir hacia la cima del monte. Cuando llegamos construí el altar, puse la leña, luego até a Isaac, mi hijo y lo puse sobre la leña, 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 76

El sacrificio del hijo único (b)

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Mi amigo entrañable Abraham: te ví el otro día muy nervioso.

Abraham: Es que es muy duro oír a mi hijo preguntarme inocentemente: 

Padre: «aquí está el fuego y la leña pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»

Christian: Ciertamente tendrías el alma destrozada.

Abraham: Y más que destrozada. Resonaban en mí las promesas que Dios me hizo varias veces: te daré una descendencia más numerosa que las estrellas del cielo y que las arenas del mar. Te haré padre de una gran muchedumbre. Esto ha-cía que viera la esperanza en Dios como una torcía de candil, esperanza que me llevaba a fiarme de Él sin reservas.

Christian: Me desconciertas, amigo Abraham y me haces sentir una gran admiración, pues esperas contra toda esperanza. ¿Y qué contestaste a tu hijo?

Abraham: Dios me dio una seguridad inexplicable, pues con toda fortaleza y confianza a la pregunta de mi hijo sobre el cordero para el holocausto le contesté: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.» Y seguimos andando los dos juntos.

Christian: El camino del silencio, el camino de la amargura, el camino de la prueba, el camino hacia la cruz, el camino de la duda, el camino del sufrimiento, el camino del amor frustrado, el camino de la espera sin razones para esperar...los caminos incomprensibles de nuestro Dios.

Abraham: Cierto, ese fue nuestro camino hacia el monte Moriah, y digo “nuestro” porque estoy seguro de que mi hijo iría también desorientado. Tengo un nudo en la garganta, por lo que seguiremos el próximo día.

En torno a la asignatura de Religión

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