Delante de la cruz, los ojos míos,
quédenseme Señor, así mirando,
y sin ellos querer, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.
Y esos labios que dicen mis desvíos
quédenseme Señor, así cantando,
y sin ellos querer, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así, con la mirada en vos prendida,
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
quédeseme Señor, el alma entera.
Y así clavada, en vuestra cruz mi vida,
¡Señor, así!, cuando queráis, me muera.
Aprendida por Lina Garrido en el año 1938