¡TODO PUEDE SER MEJOR!



Dr. Fermin Bruque García
24-02-2020

Hace tiempo que somos conscientes de la espiral de locura en la que ha entrado nuestra civilización. Si recordáis en 2008 en pleno éxtasis económico, cegados por el espejismo de un falso progreso, construimos un mundo efímero, volátil e irreal donde la nada   adquirió  un valor inusual e incomprensible, sin nada que la respaldase salvo “una burbuja” de falsos sueños que a la postre se convirtieron en una  bofetada de realidad cuando nos sorprendió  la caída de Lehman Brothers que nos sumió en una profunda crisis económica y social de la que realmente no hemos llegado a salir.
        
Desde entonces, tengo la sensación de haber entrado en otra espiral que llamaría de pérdidas: - No hemos sabido aprender a construir una
sociedad sostenible y justa.
-      Hemos vuelto a equivocarnos con políticos que no entendieron la crisis y nos han llevado a una fractura social.
-      Hemos perdido muchísimo en valores.
-      Hemos dado entrada a la mentira en este juego sucio.
-      Hemos perdido capacidad crítica al perder la base de una educación de calidad y libre.
-      Nos hemos hecho gregarios, intolerantes, esclavos del menosprecio al otro, inmorales o indolentes si se trata de eliminar al distinto y sobre todo muy vulnerables por la facilidad con que somos manipulados a través de redes y medios de comunicación.
-       Nos hemos idiotizado, infantilizado retrasando con ello la aventura ilusionante del cambio.

Podría entender que vieseis mi argumentación un tanto agorera, pesimista. También yo como muchos, deseo y deseaba un cambio y no necesariamente que se ajustara a mis intereses particulares. No. Ese es precisamente el problema: muchos no entienden de un cambio colectivo y generoso.
Los gobiernos, asesorados por especialistas en manipulación de masas saben que si hablan claro de sus intenciones es probable que obtengan una respuesta por parte del populacho negativo y difícil de controlar poniendo en peligro sus intereses y su permanencia en el poder. Así pues, recurren entre otras muchas a una técnica de manipulación de masas que es la desensibilización: Esta consiste en introducir gradual, progresiva y repetidamente hasta la saciedad mensajes a través de películas, videos musicales, noticias, iluminatis de turno, líderes de opinión, de tal manera que sin clara conciencia de ello, el rebaño desconcertado que así es como nos perciben, se vea inmerso y aceptando sin cuestionamientos, sin problemas morales o de otra índole el propósito inicial y perverso de un gobierno o poder fáctico según los casos.
Las élites políticas saben que una población ignorante no es un problema para su liderazgo ni un obstáculo que deban solucionar ya que una sociedad como la actual con un encefalograma plano en su conciencia crítica, simplemente no cuestiona y se limita a seguir las tendencias en esa necesidad de pertenencia gregaria al grupo dominante.
Esto último se ve reforzado al solaparse con la espiral de silencio de los medios de comunicación que finiquitando su código deontológico y cercanos a un servilismo acaban siendo correa de transmisión para dirigir la opinión pública y la adherencia de los individuos a un ideario político a través de una deliberada y sofocante acumulación de mensajes de un solo signo siguiendo los postulados del establishment.

En este ambiente de pandemia por el Covid-19, de ese eco de deseo de cambio social, recluidos, privados de libertad, llenos de miedo, es el escenario ideal para que la ingeniería de masas con intereses bien definidos esté empezando a transmitir como un mantra, una y otra vez el mensaje condicionador de que  “ya nada será igual”. Mientras, nosotros seguimos asomándonos a las ventanas con gestos solidarios y muchas veces idiotizados ignorando y no admitiendo que todo no es por nosotros sino contra nosotros.
          
¡TODO PUEDE SER MEJOR ¡

Siento como si el gobierno se hubiese  investido con el derecho a invadir todos los ámbitos de nuestra realidad  y en este contexto de falsedad, de ausencia de proyectos válidos que nos permitan salir vivos de esta situación y  seguir viviendo en este difícil escenario que nos queda después de haber arruinado nuestra economía,  seguimos oyendo la molesta cantinela, “ya nada será igual”, como si fuese una aguja hipodérmica que persigue la desensibilización social, la aceptación sumisa a una especie de pasarela  sin retorno de un mundo gobernado y manipulado  por sistemas coercitivos que fuercen la voluntad de las gentes a través  de formas poco o nada democráticas .
          Me preocupa que lo estemos asumiendo como algo irremediable, como si en verdad nuestra vida y nuestro futuro les perteneciera y no existiera un horizonte diferente.
           Estamos asumiendo su objetivo de quiebra social y económica. Es frustrante porque ya se ha conseguido dividir a la sociedad, dar por hecho que quien está es quien debe estar, y a la vez que los disidentes ideológicos son seres a aparcar, despreciables, conspiranoicos que atacan el bien y el interés común que no es más que su interés.
     ¡Basta ya.!
     ¡Todo puede ser mejor ¡.

      Desde el punto de vista médico los que estamos en primera línea y hemos sufrido la enfermedad con riesgo a la pérdida de nuestra vida, sabemos que una parte de la solución pasa por apartar a quienes han demostrado sobradamente su ineptitud en la gestión de esta crisis a lo largo de estos meses y que desgraciadamente siguen exponiéndonos con sus decisiones erradas a un riesgo no asumible, a veces de juzgado de guardia.
       Sabemos que hay gestores eficaces, inteligentes y honestos capaces de sacarnos de esta crisis pero anulados por esta deriva autoritaria con toques de despotismo de nuestros representantes políticos.
        Siempre hay quien comercia con el dolor, siempre quien te venda pañuelos para enjugar tus lágrimas y ahora probablemente el negocio de las grandes farmacéuticas está en convertir a los 7700 millones que poblamos la tierra en potenciales enfermos a quien vacunar de algo que ni siquiera sabemos si generará una respuesta inmunológica efectiva y duradera. Es más rentable como podréis ver esto que la cura individual.
        Quiero ser optimista incluso cuando digo que tendremos que asumir cierto riesgo que es lo mismo que decir que hay que divertirse viviendo.
         Creo que el futuro escenario en el que interpretaremos la lucha contra la enfermedad no será el mismo. Se conoce mejor la fisiopatología, el modo en que nos daña el virus, y probablemente ya no improvisaremos tanto a la hora de tratar futuros casos.
        Probablemente, nuestros recursos hospitalarios tampoco estarán tan colapsados que nos lleven a despreciar la vida de nuestros mayores con esa cruel   indolencia que ya ha llegado para quedarse, aceptando su muerte como mal menor como quien desecha las entrañas de una bestia que va al matadero.
       Estamos desensibilizándonos a demasiadas cosas. El nivel de lo moral o ético parece estar en si “me atañe o no a mí,”en si me pillan”. Fuera de ahí todo vale. 

 ¡ Pue si, todo puede ser mejor. !

     Socialmente necesitamos una respuesta urgente, contundente a este dislate que vivimos y que nos permita acabar con este fenómeno de idiotización que aludía al principio de este artículo.
     Esto lo veo más complicado porque llegamos a esta forma de ser que tiene el españolito de hoy tras siglos de falta de respeto a nosotros mismos, de desprecio y vergüenza de nuestra cultura, de nuestras glorias y gestas y del olvido e insulto a sus grandes hombres y mujeres.
      Una y otra vez volvemos a demoler lo conseguido con este particular entusiasmo suicida, con la osadía de la ignorancia y con una irresponsable y arrogante frivolidad.
       Necesitamos aparcar el sectarismo de rojos, azules, blancos, negros, buenos malos; abandonar en definitiva las etiquetas.
       Necesitamos aparcar esta actitud de endiosamiento personal, que nos hace frágiles y crueles.
       Necesitamos aparcar la envidia como pecado nacional.
       Necesitamos apostar por la cultura que nos libere de las garras en las que siempre hemos estado de predicadores y charlatanes de todo signo.
       Hemos de pensar que el mundo no nos pertenece y fomentar el respeto y la sostenibilidad del mismo.
       Hemos de apostar por el esfuerzo, la familia….

En ciencia se habla de epigenética, que de manera nada científica, de andar por casa viene a decir cómo diversos factores externos, ambientales, nuestra forma de vivir, sentir, pensar, entender el mundo, incluso diría yo de respetar al otro, es capaz de modificar la forma en que nuestro material genético se expresa. Hay estudios muy interesantes en genética y herencia en niños adoptados por familias con alta probabilidad de padecer cáncer que al final llegan a tener el mismo riesgo que sus padres adoptivos. Si este mecanismo epigenético puede tener tanta influencia en la expresión genética sin provocar cambios estructurales en los cromosomas, si esto es así, ¿nos vamos a creer que ya nada va a ser igual ?. Si, mejor.
Necesitamos cambiar para que el mundo cambie. Necesitamos una pandemia de generosidad que invada nuestros genes y la reproduzca cada minuto de nuestra existencia con la diferencia que aquí el contagio puede ser la salvación del mundo.