DAVOS -2030-

 

Davos se muda a Singapur

Por Rainer Uphoff

 

 La pandemia lo cambia todo. Hasta el club de debate privado más famoso del momento, el Foro de Davos, es decir, el Foro Económico Mundial, oficializado ya por Sui­za como "Organización Internacional", se muda este año de una meca de adoración suprema de ma­món, Suiza, a otra, Singa­pur, para debatir en mayo presencialmente sobre su tema del momento: "el Gran Reinicio".

Como los participantes de la cita original de enero en Davos ya se habían reservado el hueco habitual en su agenda, aprovecha­ron y nos dieron sus lecciones (si alguien encuentra algún conato de diálogo abierto, me avisa, por favor) por videoconferencia. Han pasado por la pantalla todos los jefes de gobierno del G7, con dos notables ausencias: Reino Unido, con Johnson castigado por los glo­balistas por ser culpable del Bre­xit, y EE. UU., destronados del li­derazgo mundial tras cuatro años de aislacionismo Trump, al menos en la visión de China, y con Biden aún despistado. También apare­cieron telemáticamente Putin, el BCE, el FMI...

 

Y, por supuesto, desfiló por las pantallas esa maravillosa retahíla siempre presente de bien alimenta­dos representantes de una "socie­dad civil" imaginaria, engordada por los poderosos: desde el lobby de las vacunas GAVI con aparien­cia de ONG hasta multinacionales de la solidaridad como Oxfarn, sin­dicatos oficíalistas, los ecologistas pro-sistema del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), todos ellos jaleados, además, por el habitual ecosistema de animadoras-inqui­sidoras del generismo e indigenis­mo chic (que ningún "indígena" de Bolivia, del Chad o de Suiza reco­nocería como representante suyo pero que vive bien del cuento), con su catecismo sobre cómo "les per­sones modernes y politiquemente correctes" deben pensar y actuar para dotar de legitimidad a las instrucciones que nos dieron los Grandes.

 

Una legitimidad que el propio Foro reconoce cuestionada cuan­do en el vídeo de presentación oficial de este año, asombrosa­mente a la defensiva, admite que las llamadas por la globali­zación de los diferentes líderes "podrían interpretarse como sí existiera una conjura universal por el gobierno mundial". Pero no, anuncia el vídeo, no debemos preocuparnos por eso porque "el mundo es mucho más complejo que eso". Signifique Jo que signi­fique la palabra complejidad para los líderes mundiales reunidos en este Foro.

 

¿En qué consiste ese "gran reinicio"?

Desde 2016, el Foro giraba al­rededor de la "cuarta revolución industrial" (la confluencia de las biotecnologías con la inteligencia artificial para sustituir los trabajos administrativos, robotización para acabar con los trabajos manuales, 5G para que no se les escape nada de lo que hagamos, etc.). Un video del Foro de 2017 promete ocho gran­des cambios en nuestra forma de vi­vir de aquí al 2030 (en cursiva una posible lectura alternativa);

 

1. No tendrás propiedades y serás feliz.

Podrás alquilar cual­quier cosa que necesites, y te la lle­vará un dron a casa.

El Gran Poder capitalista expro­piará a sus súbditos igual que lo hizo el comunismo a fin de privarle de la seguridad y libertad de poder tomar decisiones autónomas y per­sonales.

Además, se eliminará el trabajo para personas menos cuali­ficadas, como los repartidores, que pasarán a ser Grandes Dependien­tes del sistema.

  

2. EE.UU. no será la primera potencia mundial. Un puñado de países le sustituirán.

 China reclama su sitio. No hay un "puñado" de países.

 

3. No tendrás que esperar tu trasplante de órgano. Ya no se tras­plantarán, sino se "crearán".

Aceptaremos el transhumanismo, los implantes, ser un Cyborg televi­gilado en todas nuestras constantes vitales y existenciales.

 

4. Comerás menos carne.

La carne no será un alimento básico para el bien del medio ambiente y de tu propia salud.

Te diremos hasta lo que tienes que comer y crearemos una moral alimenticia para que te sientas cul­pable o ejemplo para los demás con nimieces como esta.

 

5. Mil millones de personas tendrán que desplazarse por el cam­bio climático.

Tendremos que inte­grar mejor a estos refugiados.

Que sepas que no hay pobres Sólo refugiados por el cambio cli­mático. No hay víctimas por las in­justicias económicas, sólo despla­zados por la naturaleza que serán recibidos con los brazos abiertos porque necesitaremos unos cuan­tos esclavos.

 

6. Las empresas tendrán que pagar por emitir dióxido de carbo­no. Esto acelerará la desaparición de los combustibles fósiles.

Sólo permitiremos fuentes de energía que puedan ser gestionadas digitalmente. Que no existan eco­nomías paralelas fuera de nuestro control.

 

7. La humanidad podrá viajar a marte.

Los científicos están traba­jando para facilitar la investigación desde el espacio.

Los transhumanos estarán pre­parados para ir a colonizar marte. Atrás quedaremos los mortales que tendremos que alquilar hasta los órganos impresos a 3D para seguir viviendo.

 

8. Los valores occidentales se­rán puestos a prueba. Los valores que sustentan nuestras democracias deben ser considerados.

Irán al basurero de la historia el grito de Libertad, Igualdad, Fraternidad (versión francesa), Unidad, Justi­cia, Libertad (versión alemana) o Unidad, Justicia, Paz, Bienestar y Libertad (versión norteamerica­na).

¡Fuera los Derechos Humanos y demás fósiles culturales de origen cristiano!. Que nadie diga a los pode­rosos lo que está bien y lo que está mal y, por supuesto, no se considere legitimado por ningún valor a luchar contra sus agresiones e injusticias, porque sólo ellos serán dios. Espe­cialmente, Xi Jinping.

           Podría dar risa leer esta “tecnou­topía”. Dentro de 100 años nos pro­vocará una sonrisa similar a lo que nos provoca ver hoy "El viaje a la luna", película de ciencia ficción de 1902. Pero el poder que se ha conjurado alrede­dor de estos enunciados ideológicos (al final no es ni más ni menos que eso), es enorme y no podemos sim­plemente encogernos de hombros ante sus anuncios.  

En el foro de este año pasamos del "qué al cómo": tras años de definir la estrategia, toca pasar al plan de acción. Como otras veces, las grandes think-tank de las mul­tinacionales del conocimiento Me­Kinsey y Boston Consulting Group definieron título y temario: "El gran Reinicio".

Xi Jinping lo dejó claro en su conferencia inaugural: ya no existe una supremacía de ningún estado sobre otro (léase de EE.UU. sobre China), ya nadie puede inter­ferir en los asuntos internos de otro (léase defender en China a musul­manes, cristianos o demócratas) y la pandemia ha demostrado al mun­do la necesidad de actuar juntos contra el virus (léase someterse al nuevo orden mundial liderado por China, un orden mundial libre del sentimentalismo, de los derechos humanos y que promete respetar a cualquier régimen totalitario o dic­tador siempre que cumpla las reglas del Gran Timonel mundial).

Ya sabemos incluso el terna del año que viene, porque suele coin­cidir con el título del último libro anunciado bajo la supuesta autoría del fundador y presidente del Foro, el Bilderberger Klaus Schwab, pero habitualmente escrito por McKin­sey: Stakeholder Capitalism. Es un término intraducible al español que significa algo como "capitalismo gestionado por todos sus implicados y afectados (accionistas, gobiernos, ciudadanos afectados, clientes... )". Tocará convencernos de que el tigre puede ser vegetariano mientras no deja de tragarse cada vez más rea­lidades sociales, políticas, económi­cas y culturales.

Algo están tramando cuando los grandes CEOs del planeta anun­cian que el "capitalismo actual ya no es sostenible". Pasarnos, pues, a su siguiente vuelta de tuerca.

En resumen: el presidente chino Xi Jinping está pletórico porque piensa que ya no tiene adversario en el largo plazo. El gran capital mundial también, porque tiene un defensor que tiró por la borda el hipócrita discurso de los "dere­chos humanos" con los que se ex­cusaban los poderes occidentales y viene de una cultura milenaria en la que la persona no tiene liber­tad, y el poder político hasta tiene derecho a subir y bajar la fertili­dad de las familias en función de las conveniencias económicas y políticas (algo que, en occidente, se ha encomendado a la ideología de género).

Todo esto podría parecer preo­cupante y descorazonador hasta extremos nunca conocidos en la historia de la humanidad porque, si creemos a estos autoelegidos pro­hombres de la nueva patria mun­dial, sólo habrá lugar para aque­llos que se someten a sus dictados, cada vez más perversos y menos disimulados.

Pero no cuentan con cómo es el ser humano, por mucho que nos quieran destruir todo resquicio de pensamiento crítico y valores solidarios, con un ejército de in­fluencers y un sinfín de series de Netflix o HBO.

Todos los regímenes que ignoraron el poder de los pobres, ( ... ) al final demostraron tener los pies de barro.

Llama poderosamente la aten­ción como sólo tienen en conside­ración a dos mil millones de per­sonas que viven bien en Occidente y China, consintiendo, además, un ejército de mil millones de esclavos, llamados "refugiados climáticos".

Los otros cinco mil millones de ha­bitantes de la tierra, los pobres, no se mencionan. Se ignoran. Sobran.

El nuevo capitalismo globalista, que nos quiere hacer creer que el virus que hace enfermar la Tierra no es él, sino "la superpoblación", quiere un planeta Tierra con sólo dos mil millones de habitantes (más los esclavos que hagan falta para servirles).

Todos los regímenes que igno­raron el poder de los pobres, de su sabiduría real, de sus familias, escuelas de solidaridad vivida, de su lucha común por un ideal justo y de ser los únicos guardianes del tesoro más apreciado, el sentido de la vida, al final demostraron tener los pies de barro.

Los pode­rosos lo saben y por eso hacen lo posible para alienar a "los de aba­jo" con pan y circo, o sea, porros, cerveza y futbol, Tiktok, Fortnite, Netflix ... O de emprender geno­cidios. Pero las víctimas, al final descubren que lo son y descubren el poder de su unión.

Defendamos un mundo sin ban­deras ni fronteras ni discrimina­ción. El primero que lo proclamó fue san Pablo en el Nuevo Testa­mento: no hay griego ni judío, no hay esclavo ni libre, no hay hom­bre ni mujer.

No son valores "occidentales" sino universales. Por tanto, no consintamos que ninguna ideo­logía, ni ninguna imposición to­talitaria nos los robe.

Igualmen­te, jamás permitamos desmontar los derechos humanos, es la base para la convivencia entre perso­nas y los pueblos.