Monición de entrada. Domingo de Pentecostés, CICLO C, Jn. 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les queda retenidos”.



DIÁLOGO
Lucía.- A los cincuenta días de la Resurrección del Señor, y a los diez días de su Ascensión a los cielos, celebramos Pentecostés. Los discípulos se encontraban reunidos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos.

Natalia.- Jesús les había prometido que nunca les dejaría solos, que Él siempre estaría con ellos hasta el final de los tiempos. Y así fue, les envío la inmensa fuerza del amor, la intensa fuerza de la esperanza: les entregó El Espíritu Santo.

Juan.- Y les encomendó una gran misión y una gran responsabilidad: “…A quiénes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

Ana.- El Espíritu Santo es la fuerza del mismo Dios, el que hace presente cada día a Jesús en nuestra vida. Es el fuego desde donde se enciende la Paz, la Justicia, el Amor. Acércate para prenderte de Él.

Lucía.- ¡Jesús: has cumplido tu promesa! NO, no nos podías dejar solos, tú has vuelto al centro de nuestras vidas, eres el impulso de nuestro corazón, la razón de nuestra existencia. Ahora nos toca a nosotros comunicar tu verdad.

Natalia.- Nuestra abuelita nos dice que Pentecostés es el testigo de una gran carrera de relevos: Dios, al hacerse hombre en Jesús, comenzó esta trepidante carrera y con su mensaje, su ejemplo y su entrega en la cruz, nos mostró como debíamos de AMAR.

Juan.- Pero ahí no terminó esta fabulosa carrera. Él nos ha entregado el testigo, “El Espíritu Santo”: nosotros tenemos que tomar y abrazar con todas nuestras fuerzas el relevo de Jesús y continuar esta incesante carrera llena de esperanza.

Ana.- Cada uno de nosotros debemos de seguir corriendo, abrazado al testigo que nos dejó, para llevar la justicia al resto del mundo, para repartir la caridad a quien la vida se la ha negado el alimento y el consuelo.

Lucia.- La catequesis son entregas de relevos. Todo lo que hemos aprendido no nos lo podemos guardar para nosotros: lo tenemos que vivir en la Comunidad parroquial junto a nuestras familias. La carrera no puede parar: “Hay mucho por hacer”.

Natalia.- La Primera Comunión es el comienzo de tu carrera como cristiano, es tu primera toma de relevos. Tú has dicho SI a Jesús por primera vez, y ahora debes de empezar a correr. No dejes que te alejen de Jesús. Búscalo en la oración, en la Eucaristía, y Él te guiará hacia el necesitado.

Juan.- Manuel Lozano Garrido, “LOLO”, al que vamos a Beatificar en Linares el 12 de Junio de 2010, vivió buscando a Jesús, vivió abrazado a su cruz; así también murió. La miraba de frente y veía la entrega hecha amor, y cuando le daba la vuelta, ya no veía a Cristo muerto, veía la cruz vacía de un CRISTO RESUCITADO.

Ana.- A esa cruz de LOLO, se le atribuye un milagro. La de la salvación de un niño desahuciado por los médicos, y hoy vivo. Cristo quiso que ese amor tan profundo con que vivió LOLO, tuviera ese fruto.
LOLO cogió el testigo de Cristo, y desde su silla de ruedas quiso compartir el sufrimiento que Cristo tuvo en la Cruz. Su carrera la vivió con una sonrisa, como la de aquel que ya tiene a Jesús en su corazón. Vivió y murió amando. Abrazado a Jesús.