Y oyeron el rumor de los pasos de Yahveh-Dios, que se paseaba por el jardín a la brisa del día, y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Yahveh-Dios por entre la arboleda del jardín.
P: Cuando he leído ese pasaje tan emotivo, no he podido menos que maravillarme. Da la impresión de que Dios no está tranquilo cuando se le pierde esa primera pareja humana, a la que había dado como herencia toda la creación y, lo que es más valioso, su cariño y la armonía con Eva y con la naturaleza. Espero tus palabras, que siempre me iluminan.
R: Dios es quien nos ilumina a los dos y nos hace comprender cómo es su corazón de Creador y de Padre. Él buscaba a Adán y a Eva. ¿Dónde estás?. ¿Dónde estáis? Con estas palabras, repetidas una y otra vez, rompió Dios el silencio de aquel atardecer. Y los bosques asombrados mirarían los verdes pinares, y los pájaros guardarían silencio, y los habitantes de la floresta se estarían quietos, pasmados en medio de la majestad y el silencio, pues todos los días Dios se paseaba entre la arboleda del jardín.
P: Y Adán y Eva escondidos y llenos de miedo al oír los pasos de Dios, pues descubrieron que estaban desnudos.
Y Dios seguía gritando: «Adán, ¿Dónde estás?» Y él contestó: «Oí el ruido de tus pasos por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí.»
Y yo digo: ¿por qué tanto miedo?
R:. Después del pecado, en la armonía de la creación, el hombre y la mujer, la humanidad entera comienzan a ser extraños. El Dios cercano, el Dios amigo, el Dios comunicativo, el Dios que se pasea con aquella pareja humana por el jardín maravilloso del paraíso, al Dios-Amor, lo convierten en el dios del miedo.
Y díjole: «¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo ? ¿ Comiste quizá del árbol del que yo te prohibí que comieses?»