Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 66


En el encinar de Mambré (b). La hospitalidad es un acto de amor. 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Recuerda, amigo Abraham, que el día pasado terminabamos diciendo que “somos huéspedes de Dios”. 

Se expresa con realismo el Salmo 23, que nos dice: “me guía por los senderos de justicia; aunque vaya por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo, tu voz y tu cayado me sostiene Me preparas una mesa delante de mis enemigos, perfumas con un-güento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar” 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 65


En el encinar de Mambré. Gn. 18, 1-15. (a) 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): He leído lo de la visita que recibiste junto al encinar de Mambré. El sol se caía a pedazos, por lo que tú estabas sentado a la sombra ante la puerta de tu tienda. 

Abraham: Así pasaba buenos ratos, cuando se aproximaba la hora de la comida e igualmente después de comer. Tenía dos árboles muy frondosos y, como había muchas encinas, de vez en cuando me regalaban una brisa, que me acariciaba y refrescaba mi sudoroso rostro 

Christian: Y recibiste nada menos que la visita del Señor. Sí, eran tres hombres, pero, en realidad, la fe te llevó a intuir que aquellos tres visitantes eran el mismo Dios. 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 64

Alianza de Dios con Abraham 

Christian: He leído, amigo Abraham, el capítulo 15 del Génesis. (Gn. 15), y me ha encantado. Me refiero al sacrificio que ofreciste a Dios.

Abraham: Pues mira, amigo Christian: yo estuve pensando en mis planes de futuro. Tenía mis dudas y mis miedos, pero el Señor me habló, como siempre, al corazón y me dijo: "No temas, Abram, yo soy tu protector, tu recompensa será muy grande." 

Christian: ¿Y cuáles eran tus dudas? 

Abraham: La principal de todas es que Dios me prometía una gran recompensa, tierras y descendencia numerosa, pero yo no tenía hijos. Yavé me sacó fuera y me dijo: "Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes. Así será tu descendencia." 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 63

Más sobre Melquisedec 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Querido amigo Abraham: ante la figura tan misteriosa y sugestiva de Melquisedec, te voy a rogar que me digas algo más de él 

Abraham: Y lo hago con mucho gusto. Este encuentro me cogió de improviso. Yo no lo esperaba ni podía esperarlo porque no le conocía. 

Christian: Pero como estuvísteis hablando largo y tendido, estoy seguro de que tendrás cosas que decirme. 

Abraham: Me dijo que era Rey de una pequeña aldea que con el tiempo se llamará Jerusalén. Se trata de la Jerusalén que ha pasado a la historia y que se encuentra en una zona montañosa. 

Christian: Es entonces de la Jerusalén que todos conocemos, que, con su templo, era el centro de la vida religiosa, social y política del pueblo israelita. 

Abraham: Cierto, amigo Christian. Como dijimos el otro día, él me trajo pan y vino y yo le di el diezmo del botín que llevaba. (El diezmo es la parte de Dios). 

Christian: Entonces, amigo Abraham, si el diezmo es la parte de Dios, te consideraste inferior a Melquisedec. Además dicen que siempre el que bendice es superior al que recibe la bendición, y fue este personaje tan misterioso quien te bendijo. 

Abraham: La verdad es que yo ni pensé en eso. Al recibir la bendición, me llené de alegría y le di gracias a Dios. 

Christian: Con la cantidad de bendi-ciones que recibo y, lo digo como lo siento, muchas veces me quedo tan tranquilo; ni me alegro ni doy gracias a Dios. 

Abraham: Tienes que animarte y ver siempre caminos abiertos. 

Christian: Lo intentaré. Volviendo a nuestro personaje, te diré que Melqui-sedec, rey y sacerdote, aparece como un pagano, que ama a Dios como puede, y que es figura de Jesucristo, Rey de la verdadera Jerusalén y sacerdote eterno “según el orden de Melquisedec”.(Sal. 110,4).