Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 63

Más sobre Melquisedec 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Querido amigo Abraham: ante la figura tan misteriosa y sugestiva de Melquisedec, te voy a rogar que me digas algo más de él 

Abraham: Y lo hago con mucho gusto. Este encuentro me cogió de improviso. Yo no lo esperaba ni podía esperarlo porque no le conocía. 

Christian: Pero como estuvísteis hablando largo y tendido, estoy seguro de que tendrás cosas que decirme. 

Abraham: Me dijo que era Rey de una pequeña aldea que con el tiempo se llamará Jerusalén. Se trata de la Jerusalén que ha pasado a la historia y que se encuentra en una zona montañosa. 

Christian: Es entonces de la Jerusalén que todos conocemos, que, con su templo, era el centro de la vida religiosa, social y política del pueblo israelita. 

Abraham: Cierto, amigo Christian. Como dijimos el otro día, él me trajo pan y vino y yo le di el diezmo del botín que llevaba. (El diezmo es la parte de Dios). 

Christian: Entonces, amigo Abraham, si el diezmo es la parte de Dios, te consideraste inferior a Melquisedec. Además dicen que siempre el que bendice es superior al que recibe la bendición, y fue este personaje tan misterioso quien te bendijo. 

Abraham: La verdad es que yo ni pensé en eso. Al recibir la bendición, me llené de alegría y le di gracias a Dios. 

Christian: Con la cantidad de bendi-ciones que recibo y, lo digo como lo siento, muchas veces me quedo tan tranquilo; ni me alegro ni doy gracias a Dios. 

Abraham: Tienes que animarte y ver siempre caminos abiertos. 

Christian: Lo intentaré. Volviendo a nuestro personaje, te diré que Melqui-sedec, rey y sacerdote, aparece como un pagano, que ama a Dios como puede, y que es figura de Jesucristo, Rey de la verdadera Jerusalén y sacerdote eterno “según el orden de Melquisedec”.(Sal. 110,4).