"Ágora" o la historia a la carta, por Antonio L. Molina Contreras



“ÁGORA”
O  HISTORIA A LA CARTA
 Antonio L. Molina Contreras

Recientemente se ha estrenado en todos los cines de España la película de Alejendro Amenábar “Ágora” sobre la historia de Hipatia, una mujer alejandrina matemática, astrónoma y filósofa, que muere asesinada por un grupo de cristianos fanáticos en el año 415, en Alejandría.
No voy a entrar en consideraciones técnicas de calidad cinematográfica, aunque cabría esperar que una película que se desarrolla en las circunstancias históricas de la caída del Imperio Romano de Occidente y del enfrentamiento entre paganismo y cristianismo tiene mimbres suficientes para hacer una obra trepidante. Pero no es así. Se presenta como pretendidamente histórica y resulta un instrumento de propaganda. Es cierto que no se le puede pedir la fidelidad histórica de un documental, porque se trata de una obra de ficción. Pero cuando los personajes son históricos, las circunstancias en que se desarrolla la acción son históricas y los hechos narrados son históricos, debe pedirse un mínimo de objetividad, a no ser que se pretenda deliberadamente manipular la historia o al espectador o ambas cosas. No deja de parecer extraño que en 2009 se hayan publicado en España cuatro biografías, diez novelas y esta película de Amenábar (subvencionada) reescribiendo la historia de un personaje que murió a manos de cristianos hace más de mil quinientos años. Si algo en “Ágora” tiene contacto con la historia, es simple coincidencia;  “es una penosa suma de dislates y falsedades históricas”, decía una crítica del periódico La Razón.
Resulta una película en la que los malos son muchos y muy malos. Y los buenos, pocos y muy buenos. Son malos  los paganos que adoran a los dioses paganos, son malos los judíos que siguen la Biblia y, los peores, los cristianos a los que presenta como una especie de “talibanes” fanáticos  y asesinos vengativos (Todos los cristianos aparecen así. ¿No había nadie decente en Alejandría?). Los buenos son Hipatia y su padre, que son racionales, libres, justos, dedicados al estudio y al saber, sin más creencias que la ciencia y la razón y llenos de valores naturales; en ellos no cabe el fanatismo de religión alguna, no pueden ser creyentes: son agnósticos. En una sociedad, la nuestra, a la que desde los poderes públicos se pretende cada vez hacer más “laica”, la película trae un claro mensaje: toda religión es mala (el cristianismo especialmente) y  hace a los hombres injustos y fanáticos. Sólo es bueno el agnosticismo que hace a la sociedad libre y justa, es decir, laica. Una burda historia de buenos y malos.
Que la película de Amenábar manipula la historia es evidente, con errores históricos de bulto y mentiras sin parangón:
De Hipatia, la protagonista, no se conservan escritos ningunos. Lo que sabemos de ella es por referencias de otros autores más o menos próximos a su época. Se sabe que escribió sobre geometría euclideana y sobre aritmética. En cuanto a astronomía escribió algunas explicaciones del Almagesto de Ptolomeo. Sus conocimientos astronómicos estaban anclados en los postulados de Ptolomeo, quien creía que el universo era esférico y finito y que en el centro estaba situada la Tierra; que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giraban alrededor de la Tierra. Pero, cuando querían explicar las posiciones que cada uno debía ocupar en su movimiento circular, no les cuadraban los cálculos, ya que había determinados cuerpos celestes que parecían moverse unas veces hacia adelante y otras veces hacia detrás; a éstos les llamaban “planetas”, que significa “errantes”. Para solucionar este problema Ptolomeo defendía que los “planetas” discurrían en órbitas alrededor de la Tierra describiendo una espacie de bucles o círculos sobre su propia esfera de desplazamiento (epiciclos y deferentes),  lo que explicaría el aparente movimiento hacia atrás y hacia delante de los planetas.
Esta teoría geocéntrica y las explicaciones añadidas de Ptolomeo eran las que Hipatia conocía y explicaba a sus alumnos. Pero la película va mucho más allá y, haciendo una trasposición histórica inadmisible, atribuye a Hipatia la casi totalidad de las aportaciones que hicieron, más de mil años después, Copérnico (que el centro del universo no es la Tierra, sino el Sol, “heliocentrismo” y que la Tierra se mueve en torno a Sol); y las célebres  leyes de Kepler (que el movimiento de los planetas no es circular sino elíptico, teniendo al Sol en uno de los focos de la elipse). Los descubrimientos que determinan la “revolución astronómica y científica” del Renacimiento, S. XV-XVI, aportados por Copérnico, Kepler y Galileo, la película los traslada a finales del S. IV y principios del S. V y los atribuye a Hipatia. Lo que es una burda manipulación. Victor Manuel Muñoz, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, decía en unas declaraciones que ”Alejandro Amenábar se toma algunas licencias históricas ya que no queda nada de la obra de Hipatia, por lo que apenas se la conoce, y me sorprende que se ponga a Hipatia como descubridora de esta teoría, ya que no fue hasta Kepler cuando se descubrió”.
En la película Hipatia muere por sus ideas neoplatónicas sin dejar ver que el Neoplatonismo era la ideología dominante en este período, que su principal representante fue San Agustín, contemporáneo de Hipatia, cristiano y obispo de la Iglesia, lo que es paradójico.
El obispo cristiano Sinesio de Cirene fue discípulo de Hipatia y le llama en sus cartas “madre, hermana, maestra y benefactora mía”. El citado obispo aparece en la película como traidor y cómplice del asesinato de Hipatia. Pero es imposible que tuviera nada que ver en su muerte porque Sinesio había fallecido dos años antes.
Amenábar transmite en la película el efecto psicológico de que los malvados cristianos quemaron la Biblioteca de Alejandría, una de las maravillas del mundo. El fanatismo religioso frente a la racionalidad y la ciencia. Este es uno de los errores históricos más importantes, ya que la Biblioteca fue incendiada por Julio César en el año 47-48. Fue saqueada más tarde con el resto de la ciudad por Aureliano, en el año 273, y rematada por Diocleciano en el 277. ¡Los cristianos no la destruyeron nunca!
Existen otros aspectos de menor importancia, pero que no me resisto a mostrar: Los legionarios romanos aparecen con uniforme y equipo del S. I, cuando los hechos suceden en el S. V (Como si en la II Guerra Mundial los soldados fuesen vestidos de alabarderos). La plurifacética Biblioteca en la película está reducida al “serapeum” y un patio, con pocos libros en cuatro estanterías en el mismo  templo. En la Biblioteca aparece un bronce de la loba capitolina con las figuras de Rómulo y Remo niños, sin saber que estas figuras se añadieron a la loba en el S. XVI, por Antonio de Pollaiuolo, en pleno Renacimiento. Hipatia no fue asesinada siendo una bella joven de 35 años, sino que murió en el 415, con 61 años.
Francesca Figueras, coordinadora de la actividad “Ella es una astrónoma”, que pretende destacar la importancia de la mujer en el Año Internacional de la Astronomía 2009, dice no sin ironía y gran moderación: “En su película, Amenábar resbala un poco”.