... Y es una noticia que, aún desde la perspectiva esperanzadora de la resurrección, nos debe llenar de tristeza, porque supone, sin duda, la pérdida de un gran escritor, y de un gran escritor cristiano. Ese detalle, su pensamiento humanista cristiano, marcó toda su obra, transida de la denuncia de la injusticia social (Las ratas, Los Santos Inocentes, ...), de la amistad verdadera (El Camino), de la denuncia serena de la decadencia social (Cinco horas con Mario), de la alabanza del Amor con mayúsculas, ese que dura para siempre (Mujer de rojo sobre fondo gris). Él mismo, a propósito de algunas lecturas interesadamente políticas de Los Santos Inocentes escribia:
La situación de sumisión e injusticia que el libro plantea, propia de los años sesenta, y la subsiguiente rebelión del inocente han inducido a algunos a atribuir a la novela una motivación política, cosa que no es cierta. No hay política en este libro. Sucede, simplemente, que este problema de vasallaje y entrega resignada de los humildes subleva tanto –por no decir más- a una conciencia cristiana como a un militante marxista. Afortunadamente, creo, estas reminiscencias feudales van poco a poco quedando atrás en nuestra historia.A pesar de todo, creo que a nosotros nos queda el consuelo de poder leerlo una y otra vez, de poder escucharlo en su humildad y en su saber estar a través de su obra. Descanse en paz.
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