Diálogos desde el Evangelio. Domingo 4º de Adviento



Lectura del santo evangelio según S. Mateo 1,18 24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa ‘‘Dios-con-nosotros ’’.
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer


DIÁLOGO

N: Amigo Jesús: Tu madre, María, no lo pasaría muy bien al ver a José preocupado y serio ante el embarazo tan misterioso como inesperado.

*Jesús. Mi madre me lo contó todo cuando yo ya tenía suficiente conocimiento para entenderlo. Lo hizo con una sonrisa, llena de serenidad y de dulzura. Tu padre, me dijo, nunca dudó de mí. Me conocía a fondo y ya nos habíamos comprometido en la ceremonia de la primera fase de nuestra boda.

N: Sigue, mi querido amigo, que tengo curiosidad por conocer lo que María, tu madre, te dijo.

*Jesús. Yo estaba sentado en un taburete pequeño de pino y mi jovencísima y guapa madre tenía mis manos entre las suyas. Me dijo que “de dudas nada”. José, -me dijo- que está haciendo contigo lo que hace un padre, al darse cuenta de mi estado, se comportó como era costumbre entonces: pensó: “Dios tiene que estar en todo esto. Ante el misterio, mejor es dejar a Dios que actúe. Mejor es retirarse”.

N: Nos dice tu apóstol y escritor Mateo, que Dios acudió pronto y se lo explicó todo a José.

*Jesús. Así fue. Con una mirada profunda y llena de luz y en un tono alegre y festivo, me contó mi madre: si hubieras visto a tu padre contarme el sueño que tuvo… Y emocionada me abrazó mientras me decía: temblando tu padre me dijo; fíjate lo que me dijo Dios: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

N: Emocionante, amigo y cercano Jesús. Y qué contentos se pondrían los dos.

*Jesús. No te puedes hacer una idea. Lo recuerdo muy bien. Mi madre me habló mucho de José, de cómo y cuándo se conocieron, de su bondad, de su trabajo y, con sano orgullo, decía que era descendiente del rey David. Y esto lo decía porque veía a José dentro de la línea que Dios eligió en favor de su pueblo. De la estirpe de David, dijeron los profetas, vendría el Mesías, el Salvador.
Pero no acaba aquí la cosa. Mi madre me mandó que llamara a José, mi padre.

N: Bonita y entrañable historia, ¿verdad?

*Jesús. Maravillosa. ¡¡¡Papá!!!, dije a voz en grito; papá, que dice mamá que vengas. Y, al entrar, mi madre dijo: mira, José, el niño lo sabe todo; se lo he contado todo. Los tres nos abrazamos.
Esto hay que celebrarlo, dijimos. Es verdad, afirmó mi madre; pero eso está ya hecho. Esta mañana vino la vecina y nos trajo leche de una cabra recién pa-rida y tengo preparada una suculenta comida y unos requesones como postre.
N: Gracias, amigo y Señor Jesús. Total, que fue un día fuera de lo normal. Hoy me has hecho disfrutar de lo lindo.
Se ha cumplido lo que tu nombre, Emmanuel, significa: Dios-con noso-tros, y eso me encanta. Nunca la humanidad hubiera soñado con tener un Dios tan cercano; tan humano; tan identificado con nosotros, tan tierno; tan compasivo…tan comprensivo, tan, tan…No sé qué más decir. Me envuelve el Misterio.