Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 56

La aurora de las bendiciones

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Mi querido amigo Abraham, aunque el hecho de la bendición de Dios saldrá más veces, me gustaría concretar sobre varios aspectos de esa bendición. Te comunico que he leído el texto que sigue: 


Gen. 8:21 Y percibió Dios olor grato; y dijo Dios en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre… ¡Nació la aurora de las bendiciones! 


Abraham: Es encantador escuchar en el corazón esta promesa de Dios. De hecho, la bendición de Dios se extenderá a lo largo de toda la Biblia, es decir, de toda esa historia del amor de Dios que tanto nos quiere. 

Christian: Es verdad. Se ve claramente que la bendición se irradia: primero en ti mismo, amigo Abraham. “Tú mismo serás bendición”. Y esto te llevaría a sentirte el objeto del amor de Dios y te daría ánimos para seguir caminando hacia la tierra que se te prometió .

Abraham: Amigo Christian, cuando uno se deja invadir por Dios experimenta una transformación radical. Cuando estás inmerso en la Luz divina, te conviertes en luz que se irradia. 

Christian: Ahora entiendo mejor a Jesús cuando nos llama “la luz del mundo”.Tenemos que irradiar esa luz con nuesras buenas obras. Pero sigo con el segundo ámbito donde se extiende la bendición: “bendeciré a los que te bendigan”, te dijo Dios. 

Abraham: Es consolador ver cómo la bendición se irradia en el círculo de la familia, de los amigos, de los vecinos..., es una bendición cotidiana que confiere serenidad a la vida de todos los días, que ofrece luz y esperanza a quienes conviven con nosotros. 

Christian: Y cómo necesitamos la bendición de Dios en nuestros días. Estamos demasiado materializados, como si hubiéramos perdido el sentido de la transcendencia. Son muchos los ruidos y muy insistentes las llamadas que nos llevan a orientar las miradas hacia abajo. 

Abraham: Me quedé sorprendido cuando Dios me dijo: “en ti serán benditas todas las naciones de la tierra. Gen.26:3. Christian: Este es el tercer ámbito de la bendición. Dios no bendice SOLO a un pueblo determinado, sino a todas las naciones. Y aquí me encuentro yo, cristiano del siglo XXI, pues soy uno de los habitantes de la tierra. Me alegro que aparezca esta visión universalista de las bendiciones de Dios. Y me pregunto: ¿De verdad que mi corazón no tiene fronteras?