Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 70


Abraham, amigo de Dios 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Ante el pecado de los sodomitas Dios quedó extrañado, hasta el punto que determinó destruir las dos ciudades, Sodoma y Gomorra, pero no quiso decirselo a Abraham. 

Abraham: La verdad es que yo me quedé sorprendido cuando el Señor me dijo que no pensaba decirme nada. pero, ya que se trataba de su gran amigo, se lo pensó y se dijo: «¿Por ventura voy a ocultarle a Abraham lo que hago? ». 

Christian: Hay que ver hasta dónde llega nuestro Dios. Hasta llamarte su amigo, considerarte como tal y hacer que este título se vaya repitiendo a lo lardo de los siglos. 

Abraham: Dicen que en el Antiguo testamento a la única persona que Dios llama amigo es a mí. Dios es inexplicablemente bueno. Uno no llega a comprender ese amor tan constante, tan comprensivo y tan inexplicable. Yo le doy gracias todos los días por ese estar conmigo, como creador, como compañero, como guía y, especialmente, como amigo. 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 69


Sodoma y Gomorra

Abraham: Los hombres que estuvieron en mi casa se dirigieron hacia Sodoma. Yo estaba todavía delante del Señor. 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham: He leído en Gn.19 todo lo concerniente al degenerado e inaceptable comportamiento de los habitantes de Sodoma. Ya me habías dicho que el Señor te había comunicado que "las quejas contra Sodoma y Gomorra eran muy grandes, y su pecado, muy grave". (Gn. 18,20.). 

Abraham: Cierto. El Señor estaba muy dolido, ya que los sodomitas habían intentado abusar de los hombres (ángeles los llama el texto bíblico) que, con tanta alegría y cuidado, había alojado en su casa mi sobrino Lot.

Christian: Con mucha atención he leído cómo, al llegar, por la tarde, los que habían estado en tu tienda, Lot les rogó con mucha insistencia, que se quedaran en su casa aquella noche. Asintieron, les preparó la comida y, llegada la noche, se acostaron. (Leer Gn. 19). 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 68


Alegría de Abraham y Sara Gn-21,1-7. 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham: me figuro la alegría que os daría el cumplimiento de la promesa de Dios, al daros a Isaac. 

Abraham: La alegría, en este caso, no se puede explicar con palabras, ya que está implicado el amor, que roza con el misterio. Podemos hablar del amor, pero las palabras siempre se quedan cortas, por lo que tenemos que recurrir a los signos: el abrazo, el beso, el apretón de manos, la mirada profunda, la madre que aúpa al hijo y le grita: “te comería a besos…” 

Christian: Llevas toda la razón del mundo pero es que, además, se trata de que Dios cumple su palabra; nunca se queda en la simple promesa esperada y nunca cumplida. Nuestro Dios es un Dios fiel. 

Abraham: Hay que ver los años que me ha hecho esperar… Me prometía una descendencia numerosa, incontable como las “estrellas del cielo y las arenas del mar”. Y yo siempre le decía: ¿y cómo puede ser si no tengo descendencia? Y Dios callaba. 

Christian: Y tú seguías creyéndole, fiándote de Él, confiando en su fidelidad. 

Abraham: ¿Y qué querías que hiciera? La fe es así: o te fías de Dios o no te fías; o crees o no crees; o te lo juegas todo a una carta o no juegas; o sigues creyendo en medio de la oscuridad o te inventas un dios falso. 

Christian: Te envidio y te ruego que pidas al Señor que aumente mi fe; que llegue al pleno convencimiento de lo que dice Dios: que «mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos», «Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos“.(Isaías 55:8-9) 

Abraham: Yo compartía con mi mujer Sara su risa, fruto de su inmensa alegría, cuando dijo: «Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga se reirá conmigo.»

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 67

En el encinar de Mambré. (c). La risa de Abraham y de Sara. Gn. 17,16-22. (Gn. 18,9-15) 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Teniendo delante el texto bíblico, veo que ahora son los huéspedes los que toman la iniciativa en el diálogo, pero antes quiero recordarte, amigo Abraham, el pasaje en que también tú te reíste ante la promesa que Dios te hizo de darte un hijo de Sara. 

Abraham: Es verdad y, por mucho que los creyentes han intentado dar a mi risa un sentido de acatamiento, no puedo negar que, tanto mi risa como la de Sara rezumaban dudas. Esto fue lo que Dios me dijo: “Sara, tu mujer, te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Isaac”. Y es que yo pensaba: ¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?» Gn. 17,19. 

Christian: Aunque sabemos que Dios lo puede todo, la fe incluye también oscuridad y fatiga. Recuerdo que también la virgen María preguntó al ángel: “cómo puede ser esto si yo no conozco varón?”. Retomemos ahora lo que decía al principio. Dejemos hablar a los huéspedes. 

Abraham: Me parece muy bien. Preguntaron por mi mujer, Sara, y uno de ellos prosiguió: "Dentro de un año volveré. Para entonces, tu mujer, Sara, habrá tenido un hijo". Seguro que Sara estaría mirando y escuchando por las rendijas de la tienda y, al oír lo que decían, se echó a reír, pensando para sí: "¿Después de haber envejecido he de conocer el placer, siendo también mi marido viejo?". 

Christian: Tengo curiosidad por saber cual fue vuestra reacción cuando pasó un año y qué significa el nombre “Isaac”. 

Abraham: Como Dios había prometido, Sara concibió y dio un hijo en mi vejez, y le puse por nombre Isaac, que significa “que Dios sonría”.Gn.21,2. Y dijo Sara: «Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga se reirá conmigo.» 

Christian: Nos quedan algunas reflexiones interesantes, pero tenemos que dejarlas para el próximo día.