En el encinar de Mambré. (c). La risa de Abraham y de Sara. Gn. 17,16-22. (Gn. 18,9-15)
Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Teniendo delante el texto bíblico, veo que ahora son los huéspedes los que toman la iniciativa en el diálogo, pero antes quiero recordarte, amigo Abraham, el pasaje en que también tú te reíste ante la promesa que Dios te hizo de darte un hijo de Sara.
Abraham: Es verdad y, por mucho que los creyentes han intentado dar a mi risa un sentido de acatamiento, no puedo negar que, tanto mi risa como la de Sara rezumaban dudas. Esto fue lo que Dios me dijo: “Sara, tu mujer, te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Isaac”. Y es que yo pensaba: ¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?» Gn. 17,19.
Christian: Aunque sabemos que Dios lo puede todo, la fe incluye también oscuridad y fatiga. Recuerdo que también la virgen María preguntó al ángel: “cómo puede ser esto si yo no conozco varón?”. Retomemos ahora lo que decía al principio. Dejemos hablar a los huéspedes.
Abraham: Me parece muy bien. Preguntaron por mi mujer, Sara, y uno de ellos prosiguió: "Dentro de un año volveré. Para entonces, tu mujer, Sara, habrá tenido un hijo". Seguro que Sara estaría mirando y escuchando por las rendijas de la tienda y, al oír lo que decían, se echó a reír, pensando para sí: "¿Después de haber envejecido he de conocer el placer, siendo también mi marido viejo?".
Christian: Tengo curiosidad por saber cual fue vuestra reacción cuando pasó un año y qué significa el nombre “Isaac”.
Abraham: Como Dios había prometido, Sara concibió y dio un hijo en mi vejez, y le puse por nombre Isaac, que significa “que Dios sonría”.Gn.21,2. Y dijo Sara: «Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga se reirá conmigo.»
Christian: Nos quedan algunas reflexiones interesantes, pero tenemos que dejarlas para el próximo día.