Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 74


El sacrificio del hijo único 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham: Pasa algún tiempo y tu querido hijo, sobre cuya cabeza descansa toda la promesa, crece. Es vuestro consuelo. Ahora sabes lo que es ser padre: después de esperar que Dios te lo diera, como te había prometido. 

Abraham: Tienes razón. Mi hijo Isaac es el centro de mi cariño y de mis desvelos; en él veía cumplidas la promesa, tantas veces repetidas, de darme descendencia. Pero otra vez yo no entiendo a Dios. Por lo visto quiere probar mi fe. 

Christian: Pero ¿cómo quiere probar tu fe? Yo te veo altamente preocupado y triste. La prueba debe ser muy costosa; se tiene que tratar de algo que te llega al alma, que te rompe el corazón, y que, a veces, nos desorienta hasta ponernos en peligro de dudar de que Dios nos quieire. 

Abraham: Pues así es lo que Dios me pide y que yo no acabo de entenderlo y menos encajarlo humanamente. 

Christian: Amigo Abraham: cuéntame de qué se trata, cuál es la prueba que Dios te pide, por si yo te puedo ayudar aunque sea pidiendo a Dios por tí. 

Abraham: Pues mira, amigo: Dios me llamó: «Abraham». Y le contesté: «Heme aquí». Fue entonces cuando me dijo: «Anda, toma a tu hijo, a tu unigénito, a quien tanto amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécemelo allí en holocausto, sobre uno de los montes que yo te indicaré» ((Gén 22,1-2). 

Christian: Pero querido amigo Abraham: ¿no estarías soñando? ¿Es posible que Dios te pida que sacrifiques a tu hijo en holocausto? 

Abraham: De soñar, nada. Yo estaba bien despierto y escuché perfectamente lo que Dios me decía. Lo especificó con claridad: hablaba de mi hijo, el unigénito, a quien tanto amas, y luego el nombre: Isaac. 

Christian: Y tu contestación fue: heme aquí. El caso es que esa es la respuesta de todos los amigos de Dios. Así contestó también la virgen María: “he aquí la esclava del Señor”. Y ¿qué piensas hacer? 

Abraham: Amigo entrañable, eso ni se pregunta: mi fidelidad a Dios pesa mucho más que la duda. Me fio de Dios. No lo entiendo pero me fío de Dios y pienso hacer lo que Él me pida. 

Christian: Amigo del alma, te ruego que intercedas por mí para que nuestro Dios me dé una fe como la tuya: “desnuda”, que conozca los abismos de la oscuridad; que anda a tientas en busca de un sentido. 

Abraham: Tenemos que separarnos, pero seguiremos, pues necesito tu compañía.