En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó: Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó: Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».
Jesús le contestó: Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios». Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. (LUCAS 4,1-13)
N: Maestro y amigo Jesús: Después de tu bautismo en el Jordán, el Espíritu te llevó al desierto; estuviste allí durante cuarenta días y sufriste las tentaciones del diablo. Permíteme que te haga algunas preguntas.
+Jesús: Soy todo oídos para escucharte y estoy dispuesto a contestarte.
N: Mi primera pregunta es: ¿Por qué el desierto?
+Jesús: A cualquier israelita el desierto le recuerda una parte importante de la historia de su pueblo. El desierto fue el camino duro hacia la libertad, camino que duró 40 años. Dios estuvo siempre en medio de su pueblo, a pesar de las protestas, de las infidelidades y de los levantamientos por parte de mis hermanos, los israelitas. El desierto es también un lugar propicio para encontrarse con mi Padre y hablar con Él. (Oración). Yo lo necesitaba para empezar mi vida pública.
N: Jesús, Maestro: aunque sea una curiosidad, ¿y por qué 40 días?
+Jesús: El 40 no tiene valor numérico. Es un símbolo bíblico que sirve para expresar un período de presencia, acción o revelación de Dios en la vida y en el mundo de los hombres. Así: la duración del diluvio, la permanencia de Moisés en el Sinaí; la travesía del desierto por Israel, mi permanencia en el desierto… y otros pasajes más de la Biblia.
N: Y la tercera pregunta: ¿Por qué las tentaciones?.
+Jesús: Esta pregunta es muy importante. Yo no me he encarnado “de mentirijillas”. No he venido a representar una especie de comedia, haciendo el papel de hombre, pero sin serlo. La encarnación consiste en ser hombre (sin dejar ser Dios). Soy hombre con todas las consecuencias. Y una de ellas es poder ser tentado por el espíritu del mal. Esto es lo que ocurre en el desierto.
N: Maestro: me queda siempre en la penumbra el misterio. Lo que sí se ve claro es que las tres tentaciones son comunes a todos los hombres.
Estas son las tentaciones: Buscar el bienestar material, orientando la misión hacia mi propio provecho; la tentación del poder y la del éxito personal. Amigo N., que las leas despacio y pienses en cómo se presentan hoy esas tentaciones.
N: Te lo prometo; Maestro.