Bajó Jesús del monte con los doce, y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: “Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas”
DIÁLOGO
Triana.- Hoy es un gran día. Debemos de estar muy atentos, porque Jesús nos narra en su evangelio el centro de su Gran Mensaje, del cómo llegar al Amor: “Las Bienaventuranzas”
Fernando.- ¡Qué locura tan maravillosa es el Reino que Jesús nos anuncia!. Para Jesús NO son importantes los ricos, ni los hartos y saciados de todo lo material.
Ana.- Ni los que se ríen por tenerlo todo, olvidando al que nada tiene. Ni los que no denuncian las injusticias y se esconden en su cómoda vida.
Irene.- Jesús desnuda nuestra alma. Para Él no valen las medias tintas. El Sermón de la Montaña provoca vértigo a quien lo escucha.
Triana.- Jesús nos muestra de forma clara el retrato de su corazón. Las Bienaventuranzas fueron el reflejo de su propia forma de vivir.
Fernando.- “Dichosos los pobres…” ¿Y quién fue más pobre que Tú, Jesús? Tú naciste en un pesebre, viviste de la caridad y moriste sin nada, desnudo y clavado en la cruz.
Ana.- ¡Claro..! Cuando tienes el corazón lleno de la ambición del poseer, no queda sitio para el compartir, no hay sitio para el amor.
Irene.- “Dichosos los que ahora tenéis hambre…” Nadie como Tú ha tenido el hambre de conocer la voluntad de El Padre. Nadie como Tú ha sentido la sed de Dios, cuando en la cruz gritaste: “Tengo Sed…”
Triana.- Jesús se olvidaba del hambre material cuando buscaba a Dios en la oración,y en el necesitado que lo rodeaba.
Fernando.- “Dichosos los que ahora lloráis…” Tú mismo lloraste por la muerte de tu amigo Lázaro, lloraste por Jerusalén, y hasta lagrimas de sangre en el huerto de Getsemaní por los pecados del hombre.
Ana.- “Dichosos los insultados y perseguidos por causa del Hijo del Hombre…”. Tú fuiste perseguido y muerto en cruz, por ser sincero y honesto, por luchar por la justicia y buscar la verdad.
Irene.- Con todo lo escuchado, ¿cuándo vamos a dejar de ser mediocres? ¿Cuándo vamos a defender la justicia, a sembrar la paz, a llevar la alegría al pobre y al enfermo? ¡Es el momento de cambiar: no mires para otro lado!