Diálogos desde el Evangelio. Domingo 29º del T.O.



Lectura del santo Evangelio según San Lucas:
En aquel tiempo Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por
Algún tiempo se negó; pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia. no vaya acabar pegándome en la cara.»
Y el Señor respondió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿Dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
Palabra del Señor


DIÁLOGOS DESDE EL EVANGELIO

N: Amigo Jesús: Al leer el evangelio de este domingo y contemplar la lucha de la viuda para que aquel juez inicuo le haga justicia, he pensado que también hoy hay muchos marginados indefensos, necesitados, como aquella pobre mujer, de la intervención de jueces que tengan conciencia.
*Jesús: Es verdad. La impotencia de los pobres marginados por la justicia humana se viene dando a lo largo de toda la historia. Junto a esta dolorosa realidad, mi intención en esta parábola va orientada a ser perseverantes cuando nos dirigimos al Padre. Es preciso “orar siempre y no desfallecer”.
N: Es decir: que aunque creamos que Dios se esconde, que no nos escucha, que se hace el sordo, debemos ser constantes y reiterativos.
*Jesús: Así es, amigo. La oración, cuando es auténtica, brota de una fe viva. Toda la vida del creyente ha de ser oración y diálogo con Dios. Recuerda aquello que decía mi apóstol Pablo: “el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene”.(Rm. 8,26).
N: Querido Maestro: estoy totalmente de acuerdo y, aunque no lo comprenda bien, sé porque así me lo has enseñado, que “sin fe es imposible agradar a Dios” y, por consiguiente, es imposible hacer oración, pero –Tú lo sabes – se nos hace difícil hacer oración en este ambiente en que mucha gente se hace la pregunta: ¿para qué sirve rezar?
*Jesús: Ya sé que en esta sociedad, en la lo que cuenta es la eficacia, lo inmediatamente gratificante, es normal que haya gente, también cristianos, que ni se plantean la eficacia de la oración, sobre todo cuando creen que la oración sirve solo para pedir. Otra cosa distinta cuando la oración es dialogar amorosamente con Dios, y sentirnos cada vez más hijos suyos y hermanos de todos.
N: Eso, amigo Jesús, es lo que nos puede llevar a una intimidad filial con el Padre bueno y a un compromiso a favor de los hermanos. Nos llevaría a ponernos del lado de los pobres, de los que no sirven, de los que no cuentan, de los explotados, de los desheredados de la tierra y pedir justicia para ellos a todos los jueces inicuos de este siglo que ni temen a Dios y a quienes no les importan los hermanos. Que oigan nuestros insistentes gritos hasta que nos hagan caso, como el juez hizo justicia a la pobre viuda de la parábola.