Jesús, para explicar a los discípulos como tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: “Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara””. Y el Señor respondió: “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿No hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿se encontrará esta fe en la tierra?” (Lc. 18, 1-8)
DIÁLOGO
Lucía.- La oración es la forma más íntima de comunicarte con Dios. Hablar con Dios fortalece nuestra fe y nuestro amor a los demás. ¡En la oración, tu miedo se convierte en confianza!
Natalia.- Para orar no hacen falta grandes catedrales, ni espacios lujosos. ¡Sólo hace falta Dios y tu corazón sincero! En tu sencillez, notarás que la brisa del amor de Dios entra en tu vida.
Jorge.- ¡Pero ten cuidado! Hablar a Dios no es sólo soltarle tus quejas o peticiones. Tienes que estar muy atento a su respuesta. ¡Escúchalo! Él siempre busca tu bien.
Pablo.- Te puede ocurrir como a Madre Teresa de Calcuta. Ella hablaba de su “Noche Oscura”. Eran esos momentos en que no sentía la respuesta de Dios. El silencio de Dios le atormentaba. Pero al final encontró su respuesta.
Lucía.- Jesús, en la Parábola de “El Juez Injusto”, nos cuenta la dejadez de un juez a la hora de cumplir con su trabajo, y decía: “Ni temo a Dios ni me importan los hombres”
Natalia.- Eso me recuerda a los “NINI de hoy en día”. Ni estudian, ni trabajan, ni colaboran, ni respetan a su familia, ni a la sociedad. Sólo piensan en ellos mismos ¡Qué lejos están de amar, qué lejos están de Dios!
Jorge.- El juez injusto, “sin amar ni respetar”, hizo su trabajo por miedo a que la viuda le pegara.
Pablo.- ¡Pues Dios, que tanto nos ama, nunca dejará sin respuesta a tu oración! ¡Quizás su respuesta,no sea tan rápida como tú quisieras! Puedes encontrarla en cualquier momento.
Lucía.- A veces sentirás su respuesta en la mirada de un anciano, o en el abrazo de tus padres, o en el llanto de un desconocido, o en la visita a un enfermo.
Natalia.- O en la llamada de tu Parroquia, que te pide ayuda para formar una comunidad solidaria, o en la lectura diaria de los evangelios, o en las clases de catequesis, o al recibir la Eucaristía.
Jorge.- Donde no la vas a encontrar es matando a todas horas bichos en la consola, o en la droga, o en el alcohol, ni cruzándote de brazos ante el aborto, o ante las injusticias sociales.
Pablo.- Al final dijo Jesús: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿se encontrará esta fe en la tierra?”. ¿Sigues rezando a Dios, en tu casa, en tu cole, en tu trabajo? ¿Cómo vives tu fe? La distancia hace que se separen los corazones. ¿Cómo de lejos estás de Dios?