Diálogos desde el Evangelio. Domingo 5º t. o. A



Lectura del santo evangelio según S. MATEO 5,13 16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»


DIÁLOGO

N: Amigo Jesús, mi Señor y Salvador: Me encanta cuando utilizas las cosas de la naturaleza para aplicarlas a la vida: las flores del campo, los lirios, las mieses, la higuera, el agua, las nubes, la levadura…Y hoy la luz y la sal.

+Jesús: Es que, apreciable amigo, la naturaleza es la gran enciclopedia que el Padre Dios nos ha dejado. Las cosas son pinceladas que el gran Artista, fuente de la vida y de la belleza, nos ha dejado en su grandiosa obra de la creación y todas son encantadoras. 

N: Lo que pasa es que no siempre nos fijamos en ellas para contemplar sus colores, su armonía, su belleza y su encanto. Hoy, querido Maestro, nos dices que somos la luz del mundo y la sal de la tierra.

+Jesús: Así es. Vosotros, mis amigos; mis compañeros; mis colaboradores en la construcción del Reino de Dios; mis hermanos, sois luz en medio de este mundo, en el que muchos “caminan en tierra y sombras de muerte”.

N: Señor Jesús: Tú te autodefines como la Luz del mundo, pero nosotros ¿cómo podemos ser luz en este mundo?

+Jesús; Entrañable amigo, te voy a contestar con palabras del profeta Isaías; Cuando partes el pan con el hambriento; cuando hospedas a los pobres sin techo; cuando vistes al que está desnudo; cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia brillará tu luz en las tinieblas; tu oscuridad se volverá mediodía.

N: Es decir, amigo Jesús: que nosotros debemos estar muy comprometidos en hacer un mundo más justo, más humano, más fraterno, más pacífico, en el que todos podamos ser más felices. ¿Y eso de que tenemos que ser sal de la tierra?

+Jesús: Pues mira: La sal la utilizamos para preservar los alimentos de la corrupción. Esa es una misión importante en este mundo, en el que abunda tanto la corrupción en todos los campos de la vida social. 

N: No digamos, querido Jesús, en el campo de las relaciones sociales. A veces, nos encontramos con familias, sí, familias que están envenenadas porque han secado la inestimable planta del amor al regarla con el agua corrompida de la envidia o de la avaricia. ¿Y de que más formas podemos ser sal de la tierra?

+Jesús: Dando buen sabor a la vida. Es preciso echarle sal a vida, saborear la vida, gustar la vida, paladear la vida. Llevar y contagiar la alegría de vivir, mostrar en nuestro rostro la ilusión por la vida compartida y convertida en donación. 

N: Para esto, mi querido amigo Jesús, necesitamos tu ayuda.

+Jesús: Es cierto. Hay que vivir muy unidos, porque es verdad que “sin mí no podéis nada”, pero no es menos cierto que vosotros sois mis pies y mis manos, mis ojos, mi boca, mi mirada y mi sonrisa. Eso sí, siempre estaré cono vosotros.

Finalmente te digo, amigo y compañero, que para ser sal es preciso penetrar en los ambientes (como la sal en los alimentos), y disolverse uno en constante servicio a los demás, especialmente a los más necesitados. La sal metida en un frasco no sirve para nada. Igual que la fe intimista y encerrada es una fe muerta.

N: Ayúdanos, amigo Jesús, a ser LUZ Y SAL DE LA TIERRA.