DIÁLOGO
Lucía.- “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”. Jesús nos presenta, la petición continua que nos hace el Dios Padre, cada día, en cada instante de nuestra vida.
Pablo.- El amor de Dios, no es una bonita teoría para aprender: ¡Es un amor que necesita respuestas!: Nuestra respuesta, ante tanta injusticia que nos rodea.
Carlos.- Un amor activo, vivo, contagioso, para practicarlo “en su viña”, es decir, en nuestra familia, en el colegio, con nuestros amigos, acercándonos a los más necesitados.
Ana.- Jesús estaba en Jerusalén, y a los grandes jefes del pueblo, les recordó la hipocresía en la que vivían, mediante la parábola de los dos hijos.
Lucía.- A veces somos como la gaseosa: ¡Se nos va la fuerza cuando abrimos la boca! Nos llenamos de promesas, pero luego, ¡nada de nada! Nos quedamos enganchado en la rutina de la vida, sin preocuparnos por los demás.
Pablo.- ¿Cuántas personas dan su vida y trabajan por los demás en el más absoluto silencio? Son las verdaderas obreras de la Viña del Señor. ¡Pero pocos reconocen su trabajo!
Carlos.- Buscan la justicia social, comparten sus bienes con los más desfavorecidos, su tiempo con los más solitarios, su amor con los más desconsolados.
Ana.- Son verdaderas linternas que muestran el amor de Dios. No buscan el poder, no buscan los premios, no buscan las felicitaciones: ¡Buscan a Dios en cada una de las personas!
Lucía.- ¡Ya sabes! Jesús te lo ha dicho bien claro: “Donde hay obras, las palabras sobran”. Es tiempo de “currar”, de entregar tus dones.
Pablo.- ¡Y no me cuentes lo mucho que vales, o todo lo que sabes hacer!: “HAZLO”. Y si no te pones ya manos a la obra: “No digas que amas a Jesús”.
Carlos.- La justicia del hombre, se adorna de muchas leyes, papeleos, y mucho tiempo cumplirlas. La justicia de Dios, tiene una sola ley: “El amor”, y cumplirlas depende de tus obras.
Ana.- Jesús te invita a pasar a la acción, dejando las escusas para los que no aman a Dios, para los egoístas, para los que se abrazan a las riquezas, olvidándose de los menos afortunados. La Catequesis es la Escuela del Amor. Compártela con tus padres: ¡Ellos serán los mejores catequistas!