Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: “Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores, y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados a los labradores, para recibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, y a otro lo apedrearon. Envío de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este es el heredero: Venid lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora cuando vuelva el dueño de la viña ¿Qué hará con aquellos labradores?” Le contestaron: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores. Y Jesús les dice: “¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que rechazaron los arquitectos, es ahora la piedra angular- Es el señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo. Que se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”. (Mt. 21, 33-43)
DIÁLOGO
Lucía.- “La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular”. Con esta frase, Jesús deja al descubierto la actitud de los Fariseos ante los enviados por Dios y les dejaba entrever que Él era el Hijo de Dios.
Carlos.- Jesús estaba en Jerusalén contándoles a los mandones del pueblo la parábola de los viñadores homicidas: ¿se verían ellos reflejados?
Jorge.- En la parábola, el dueño es Dios, la tierra la de Israel, y los enviados por Dios los profetas, y el heredero era el mismo Jesús, la piedra angular del edificio de la vida, a quien persiguieron y clavaron en la cruz.
Pablo.- Jesús les estorbaba, decía demasiadas verdades: descubría sus mentiras, sus vanidades, sus métodos para engañar y manipular al pueblo.
Lucía.- En la sociedad de hoy sigue ocurriendo, Jesús sigue molestando: ¡sus palabras incomodan! La forma de pensar de los cristianos molesta, defender la vida de los que van a nacer “no está de moda”.
Carlos.- Y por eso quieren quitar a Jesús de las escuelas, no quieren que conozcamos sus mensajes, no quieren que lo amemos, quieren que lo eliminemos de nuestro corazón.
Jorge.- ¿Y en las casas? ¿Le damos las gracias por regalarnos un día nuevo? ¿Bendecimos la mesa cuando vamos a comer? ¿Rezamos al acostarnos?
Pablo.- ¿Compartimos la Eucaristía cada domingo en la parroquia? ¿Vamos a la catequesis? ¿Queremos a nuestros padres o les faltamos el respeto?
Lucía.- Jesús es la piedra angular, y debe ser el apoyo de nuestra vida, a quien le pedimos consejo, a quien debemos imitar.
Carlos.- Aprender a perdonar, como Él nos perdona. Aprender a compartir, como Él comparte. Aprender a amar, ayudando a los más necesitados.
Jorge.- Por eso nuestros padres nos llevan a la catequesis: ¡porque nos quieren! y quieren que seamos como Jesús: “Defensores de la vida, y de la justicia, y de la verdad”.
Pablo.- ¡Nunca olvides a Jesús! Por eso, debemos asistir a la Eucaristía de cada domingo, junto a nuestros padres, donde celebramos que Jesús ha Resucitado. Y grita bien alto: “Jesús nos ha regalado la vida, y queremos ser los mensajeros de Jesús”.