DIÁLOGO
Jorge.- “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Jesús nos llama y nos invita a participar en su gran fiesta a cada uno de nosotros, pero ¿Cómo respondemos?
Carlos.- En la parábola de los invitados a la boda, los que tenían el “corazón de rico”, rechazaron a Jesús: “Estaban muy ocupados y entretenidos con su egoísmo”.
Lucía.- Mi abuelita dice, que para tener “el corazón de rico”, no influye el que poseas muchas o pocas riquezas: ¡Pero ellos, siempre quieren más! ¡Nunca se verán felices!
Pablo.- ¡Ahora lo entiendo! Se dedican a acumular tesoros, solo para sentirse superiores a los demás, sin importarles “QUÉ pierden” por el camino. ¡Creen que no necesitan a Jesús!
Jorge.- Su dignidad, sus amigos, su familia, y hasta sus hijos los pierden, por cambiar el abrazo de Dios, que es Amor, por una vida vacía y sin sentido.
Carlos.- Son los que nunca pueden ayudar a alguien, nunca tienen tiempo para los demás, a veces ni para sus propios hijos: ¡Tengo mucho trabajo! ¡Tengo que ir al gimnasio! ¡Tengo que conectarme al ordenador! ¡Tengo que ver la tele!
Lucía.- ¡Tengo, tengo,….! Al poco tiempo, mirarán alrededor, y no tendrán a nadie. Esas son las personas, que están destrozando la sociedad: ¡Los que viven alejados de Jesús!
Pablo.- ¡Pero cuidado! Jesús no nos ha invitado sólo a los cuatro años de Catequesis: De niños, de jóvenes, de mayores, debemos de estar siempre junto a Jesús.
Jorge.- Y compartirlo en la parroquia, en cada domingo, participando en la gran fiesta de la Eucaristía, para aprender a tener un “corazón de pobre”.
Carlos.- ¡Ya sabes! “El corazón de pobre” no es el que tiene ni mucho ni poco dinero. ¡Es el corazón que está dispuesto a SERVIR a los demás!
Lucía.- Es decir: El que pone sus habilidades, sus dones, su tiempo, al servicio de la comunidad, devolviendo la dignidad a los atrapados por el alcohol, o la droga, o el juego, o la violencia o la apatía.
Pablo.- ¿Has sentido la invitación de Jesús? Cuelga la vida egoísta, insolidaria, violenta, ¡No vaya a ser que Jesús te pille “comunicando”! ¡Y acércate a la invitación de Jesús, con un corazón limpio y alegre, comprometido con la justicia y el amor!