"Dijo Jesús a sus discípulos, “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al allegar, encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a su mesa y los irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque la hora que menos penséis, viene ele Hijo del Hombre”. Pedro le preguntó: “Señor, ¿Has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”. El Señor le respondió: “¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo a puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: “Mi amo tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera, y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”.
DIÁLOGO
Lucía.-“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Con estas palabras del evangelio, queremos comenzar hoy la Eucaristía. ¿Dónde tenemos nuestro tesoro, en el cielo o en lo material?Natalia.- Jesús nos quita la angustia de que nos crea la sociedad de consumo. El ansia de acumular, del competir para ser el mejor, Jesús la sustituye por compartir y gozar su Reino con Él.
Jorge.- La confianza en nuestro Padre del cielo, será suficiente para vivir la plenitud. ¡Dios no es un terrible castigador! Es el Padre Bueno que te sujeta en cada caída, que te ayuda a levantarte, que te ama y te enseña a amar.
Pablo.- Yo tengo fe en mis padres, me cuidan, me enseñan a distinguir lo bueno de lo malo, y son tan buenos que No me dan todas las tonterías que se me ocurren. Me educan a respetar la vida, lo material es necesario, pero no lo más importante.
Lucía.- En la Parábola del “Administrador fiel”, Jesús nos anima a que estemos vigilantes; para compartir su Reino, debemos de tener una espera activa: Sin dormirnos en los laureles.
Natalia.- ¿Quién es el administrador fiel y quién es el amo? Ya sabéis, un administrador es el que guarda y cuida las propiedades del dueño. Las riquezas de la tierra son de todos.
Jorge.- Yo creo que el amo es Dios, y el administrador pueden ser: Las grandes multinacionales, los banqueros dueños de los dineros, los gobernantes de los países, los que acumulan las riquezas del mundo.
Pablo.- Pues como venga Dios a pedir explicaciones, ¡Los van a poner a hacer el pino bocabajo! Las multinacionales se llevan las riquezas de los países pobres para llevarlas a los ricos, dejándoles la guerra, las enfermedades y la miseria.
Lucía.- Los banqueros cobran grandes cantidades de intereses que hacen esclavos a los que quieren comenzar algún negocio o comprar una vivienda digna. Mientras ganan fortunas incapaces de gastar.
Natalia.- Los políticos y gobernantes, se olvidan que están al servicio del pueblo que los han votado, y en cambio viven más preocupados en no perder su sillón, que en buscar entre todos, trabajo y bienestar para todos.
Jorge.- ¡Este mundo está loco! Pero cada uno de nosotros también somos pequeños administradores, y debemos de ser fieles y honrados cada día de nuestra vida, como si Dios viniera en este momento a pedirnos cuentas.
Pablo.- Los padres deben de quererse y luchar por la unidad familiar, por conseguir una parroquia mejor, por conseguir leyes justas que vayan a favor de la vida, por buscar una sociedad justa, solidaria, respetando la naturaleza. ¡Dios un día nos lo exigirá!