"María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. María dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres- a favor de Abraham y su descendencia por siempre”. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa."
DIÁLOGO
Lucía.- El 15 de Agosto celebramos la Asunción de la Virgen María, es decir su Ascensión a los cielos en cuerpo y alma. Desde el tiempo de los apóstoles, los cristianos hemos creído este hecho, pero en 1950 el Papa Pio XII, lo proclamó como dogma de fe.
Pablo.- ¿Pero a quién te refieres, a la Virgen de Guadalupe, o a la Virgen del Carmen, o a la del Rocío, o a la Virgen del Pilar o a la Patrona de Linares: La Virgen de Linarejos?
Jorge.- ¡Qué lío tienes es la cabeza! ¿Cuántas madres te crees que tiene Jesús? Sólo hay una: “María, la Virgen María, la madre de Jesús nuestro Salvador”. Lo que ocurre es que en cada ciudad le dan un sobrenombre, pero es la misma Reina del cielo.
Natalia.- Vive en el cielo, abrazada a su Hijo Jesús, y desde allí intercede por nosotros, para que Jesús nos perdone las torpezas que hacemos cada día. El evangelio de hoy, nos recuerda la visita de María a su prima Isabel, la madre de Juan el Bautista.
Lucía.- María, nacida sin pecado original, había recibido el anuncio del ángel Gabriel de que iba a ser la madre del Salvador. Días después fue a la casa de Zacarías, esposo de Isabel.
Pablo.- Isabel, iluminada por el Espíritu Santo, dijo a María esa frase que repetimos en la oración del Avemaría: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”
Jorge.- María fue el primer Sagrario de Jesús. Dios no pudo elegir una mujer más amorosa, dulce y humilde, entregada por completo a la misión que se le había encomendado. Iba a sufrir como madre, la Pasión de su Hijo Jesús.
Natalia.- A la Virgen, la nombra pocas veces los evangelios, acepta que su silencio es la forma de ayudar a Jesús, como dice Juan el Bautista de sí mismo: “Debo disminuir para que Él crezca”, ¡Para que hable La Palabra!
Lucía.- Sólo Jesús y María sabían del origen divino. Los apóstoles desconocían la grandeza de María, hasta el día de Pentecostés, donde fueron iluminados por el Espíritu Santo.
Pablo.- Desde entonces, los apóstoles supieron del papel tan importante de María, y así la respetaron, como la madre de la esperanza, madre del consejo, como la dulcísima Madre de Dios, de la que emanó la unidad entre ellos.
Jorge.- María, con su actitud serena y amorosa, es ejemplo para todas las madres de hoy: Valiente, luchadora, símbolo de unidad para el mundo entero. Ser madre es más que tener un hijo, es una actitud ante la vida.
Natalia.- Si quieres llegar a Jesús, en la Virgen María tienes la mejor ayuda. Cada silencio suyo, era un momento de oración hacia Dios. Rézale a María y ora con Dios, y di como ella: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”.