Matusalén.
“Matusalén tenía 187 años cuando engendró a Lamec; después vivió 782 años, engendró hijos e hijas, y a la edad de 969 años murió”. (Gn. 5,25-27)
P: Aunque ya vimos el domingo anterior el tema de la longevidad de los patriarcas, te agradecería que me hablaras específicamente de Matusalén, personaje tan popularmente nombrado, aunque no conocido. Mi pregunta es muy concreta: ¿vivió realmente Matusalén 969 años?
R: El que tome al pie de la letra la edad de Matusalén, se verá obligado a enfrentarse con algunos problemas. El primero es que, si este patriarca llegó a vivir casi un milenio, habría seguido vivo después del diluvio, que según el texto sagrado, arrasó con toda la humanidad, menos con Noé y su familia.
P: Ciertamente esa es una dificultad, pero supongo que los entendidos tendrán más razones. ¿No es así?
R: Así es, amigo, y por eso me voy a limitar a lo que dicen los especialistas. Unos convertían a este patriarca en el personaje más representativo de una etnia; otros decían que la genealogía nombraba solo a los más destacados descendientes de Abel. Incluso hay quien afirmó que el hombre primitivo era más longevo.
P: Yo creo que esto último no encaja con la ciencia. Los que ya vamos entraditos en años fuimos testigos de la cantidad de niños que morían, especialmente en el verano. Salían adelante los más fuertes. Pero, además, vemos cómo ha ido avanzando la media de vida, especialmente en los países desarrollados sin llegar a ese número de años tan exagerado.
R: Llevas razón. Según los entendidos, la longevidad era considerada por los israelitas como el premio de Dios a los justos. Tengamos presente que la idea de la creencia en un más allá nace ya en el judaísmo tardío (siglo II antes de Cristo).
P: Esto suscita en mí otra pregunta: si la vida larga es un premio de Dios a los justos ¿dónde aparece la justicia de Dios, en los justos que morían jóvenes, como ocurrió con Abel?
R: Buena pregunta. Hay que tener en cuenta que los hebreos veían en los hijos como la prolongación de su propia existencia. Al ser considerado Set al hijo que Dios dio a Adán y Eva como sustituto de Abel, de este era también la descendencia de Set. El premio de Dios dado a los justos que morían jóvenes los recibían en los años de vida de sus descendientes.
P: Total, que si Abel representaba, como dijimos en otra ocasión, a los justos, el premio lo recibe en su descendencia.
R: Veo que lo has entendido. Y no me preguntes por los números, pues son puramente convencionales. Para expresar tal realidad tanto vale los 930 años (Adán) como los 912 (Set), los 950 (Enós) como los 969 de Matusalén.
Todas esas cantidades expresan la misma idea: Dios premia a los justos con mucha vida.