Dijo Jesús a la gente: “El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: Primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega”. Dijo también: “¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: Al sembrado en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas”. Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
DIÁLOGO
Ana.- “El reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra”. Jesús a veces hablaba en parábolas, para que las personas entendieran su mensaje.
Lucía.- Eran ejemplos sencillos y cotidianos. El pueblo vivía de la agricultura y de la pesca. ¿Entonces, por qué nosotros intentamos complicarlo tanto?
Agustín.- El Reino de Dios ¡ya está creado! Es un Reino de Vida, y nos inventamos un mundo de muerte, sembrado de guerras y odio.
Pablo.- Es un Reino de Libertad, y nos inventamos el vivir atamos a la ambición de querer siempre más, atados al poder y al dinero.
Ana.- Es un Reino para compartir en Comunidad, y nos inventamos la desigualdad: entre la derecha y la izquierda; entre negros y blancos; entre el hombre y la mujer.
Lucía.- ¡Es bien fácil! No hay que inventar un reino. Es sembrar la justicia, la esperanza, la alegría, en el reino que Dios ha creado.
Alfonso.- Y Jesús, nuestro Maestro, nos lo mostró con su propia siembra, entregando su propia vida. ¡Y su fruto crece en los corazones llenos de amor!
Pablo.- Dios no ha sembrado leyes ni yugos que nos aten: ¡ha sembrado entusiasmo, solidaridad, compromiso para ayudar al necesitado!
Ana.- ¡Ahora entiendo! Sembrando la paz y el perdón, podremos dormir tranquilos: esa semilla dará fruto seguro ¡aunque tú no lo veas!
Lucía.- ¡Ya sabes! Amar es mostrar a Dios, es contagiar las ganas de vivir, es ayudar a crecer de una forma digna, y dar hasta que duela el corazón.
Alfonso.- La Eucaristía de cada domingo, de cada día, es el alimento y el regalo del cristiano que es amado por Dios. ¿Has tenido la suerte de recibirla?
Pablo.- ¡Enhorabuena! Has encontrado la llave para hacer un mundo mejor. ¡Ahora te toca a ti compartir esa felicidad! Te esperamos cada domingo en tu parroquia.