"Matar la libertad", por Melitón Bruque García

Con el problema que estamos viviendo estos días de BANKIA, en donde parece que no hay otra cosa en el país y estamos viendo cómo sale el gobierno a la desesperada para “salvarlo”, yo no puedo evitar el ver cómo a mi mente surgen, con una fuerza enorme, las imágenes que viví en otro tiempo en otro país, cuando cayó un banco llamado El Progreso. Se hizo exactamente lo mismo que se ha hecho con BANKIA y, a continuación, como una fila de fichas de dominó, fueron cayendo otros que pedían que el gobierno hiciera lo mismo con ellos, hasta que se llegó a la debacle.


Habiendo vivido en mi propia carne aquel hundimiento moral, social y económico, después a los dos años, habiendo visto de cerca cómo ocurrió lo mismo en otro país cercano y, ahora viendo lo que estoy viendo, y viviéndolo de nuevo, como lo estoy viviendo todo el proceso que llevan las cosas, que es el mismo que se llevaba en aquel país, donde los políticos estaban exactamente igual que los del nuestro, y a la población se la había llevado a vivir enardecida, de la misma manera que están haciendo con la nuestra, también con dos equipos, uno de ellos llamado Barcelona, y vivíamos sedados ante la realidad que se estaba dando, hasta que una mañana, recuerdo que era lunes, y cuando fui a sacar de mi cuenta un dinero que me habían dado para hacer una escuela, me contestó la chica que estaba en la ventanilla del banco que mi cuenta estaba a CERO.

El jueves anterior yo había metido los dos millones que me habían dado para la escuela, junto a los cinco que yo tenía de mis ahorros, con los que comía y ayudaba a varios jóvenes en sus estudios.

Aquel lunes, me llamó un amigo que tenía un negocio de maderas y lo habían llamado del banco, porque había firmado un cheque para pagar a un proveedor, habían ido a cobrarlo y su cuenta, como la mía, estaba a cero; por firmar un cheque sin fondos en cualquier momento la policía iría a su casa para llevárselo a la cárcel, y teniendo más de 50.000 dólares en el banco, tuvo que salir huyendo y refugiarse en la selva; le retiraron la casa con los muebles y con todo.

En un fin de semana desapareció la pequeña clase media que comenzaba a surgir en el país y que le empezaba a dar aires de cambio y de prosperidad. Todo se fue al garete en unas horas.

No, de ninguna manera puedo quedarme tranquilo sintiéndome eufórico y feliz porque ha ganado la liga el Real Madrid, ¡ya está bien de tomadura de pelo! Siento miedo porque veo que se ha quitado al pueblo la capacidad de reacción y lo que estamos viviendo no es más que el final de un proyecto muy bien pensado y planificado, que es la estrategia de siempre de los avaros: esquilmar al pueblo y no dejarlo que levante cabeza.

Pero estas cosas y situaciones no son accidentes que ocurren de golpe; esto es algo que se viene fraguando desde décadas atrás, pues no se puede llegar a situaciones de este tipo, si es que antes no se ha venido derribando todo un sistema de valores que sustentaban una realidad y que se determinó destruirla y, una vez destruido el edificio, se trata de recoger los escombros.

Hace mucho tiempo que se optó por el DINERO como único valor que nos puede salvar de cualquier cosa y, ya en la educación, nuestros padres nos decían que debíamos estudiar y prepararnos bien para poder ser “hombres de provecho”, es decir: personas trabajadoras, honestas, de moral sólida que vayan haciendo bien por donde quiera que vayan, pero estos objetivos se cambiaron y ya no interesa tanto el “Ser personas de provecho” sino “Vivir bien” y eso significa TENER mucho dinero para ”tener“ varias casas, una buena y abundante cuenta en el banco, varios coches… para ello, estudia varias carreras, haz un master, habla idiomas… porque todo esto te va a servir para COMPETIR y llevarte el mejor puesto, donde vas a ganar más dinero.

Hoy le dices a cualquier joven que haga una cosa y la primera pregunta que te suelta es: “¿Para qué sirve eso?". Es decir: ¿Cuánto dinero reporta eso? Porque si no da dinero, no se acepta, aunque sea para engrandecer su persona, eso es cosa que no se valora.

TENER DINERO se ha puesto como condición indispensable para poder vivir, no tener dinero, no tener carreras, no tener títulos… es ser un don nadie que no tienes relevancia alguna: “TANTO TIENES, TANTO VALES”.

Esto es un error que ha precipitado a la sociedad en un estado de miedo y angustia tremendo, pues no todo el mundo tiene carreras, títulos, cuentas bancarias repletas… pero sí sienten todos la misma necesidad, entonces es imaginable la tragedia que puede suponer el NO TENER y no poder comprar, eso no es vivir. El TRABAJO se convierte en el único medio para poder vivir o, si no tengo trabajo, ejerceré la extorsión, el robo, la especulación… pero como el objetivo es ganar dinero, llega a importar muy poco como venga y a costa de lo que sea. Llegados a estos niveles, la casa empieza a derrumbarse y ya te puedes esperar todo lo que venga.

Ciertamente, esto es un error gravísimo, pues si entramos en esta onda, es posible que ganemos mucho dinero, de hecho hay mucha gente que ha hecho fortunas enormes, aunque la forma pueda ser sospechosa, pues con un trabajo normal y honrado, yo no conozco a nadie que se haya hecho multimillonario, pero su vida deja tanto qué desear… no tiene sentido, al menos humano, pues toda su vida está al servicio del dinero.

Cuando llegamos a estos niveles, podemos decir que nos encontramos con una sociedad enferma y acoplarse a ella es aceptar vivir como enfermos, siempre agonizando, pues no nos alcanzaremos para pagar los gastos que se generan y veremos con tristeza cómo no tendremos tiempo para nuestra familia, nuestros amigos, nuestro enriquecimiento como personas… no tenemos tiempo para nada ni para nadie que no sea el dinero, que estará por encima incluso de nuestra salud y de nuestra dignidad .

El ser humano, si quiere sostener su dignidad no puede optar por otra cosa que no sea su LIBERTAD y desde ella, prepararse, estudiar, llenarse… pero no para TENER, sino para SER más grande, mas persona, descubrir sus potencialidades y realizar a plenitud su proyecto de vida. Esta es la única opción digna de una persona: VIVIR EN LIBERTAD.

El ser humano no puede ser “programado” de forma que responda a lo que un economista, un sociólogo o un director de modas determinen y le digan por dónde tiene que ir, o qué es lo que le tiene que gustar o cómo tiene que responder ante ciertos estímulos, o qué es lo que tiene que desayunar… El ser humano es un ser con capacidad de libertad y en cada momento, desde su libertad, responde a las circunstancias que se le presentan, de acuerdo a sus principios. Esto es fundamental y un derecho sagrado del que no podemos desprendernos, so pena de quedar como un trasto inútil en manos de los manipuladores, por eso, es la batalla que se viene dando: hacer sentir a la sociedad que no debe preocuparse, que se deje en manos de los que pueden manejar la economía, el comercio, la filosofía y hasta la moral… es decir: hacer una cesión de lo más sagrado que tenemos: LA LIBERTAD.

Para conseguir que cedamos este derecho, es muy común el que nos lleguen a convencer de que es de tontos, de estúpidos, de beatos, de gente que se ha dejado comer el coco por las tradiciones, por la religión… el tener ideales, el soñar, el sentir la grandeza personal (lo que hoy se le llama autoestima)… Siempre encontraremos a alguien a nuestro lado que dio la batalla por perdida y que quiere convencernos de que no es posible, que no vale la pena, que no se va a conseguir nada, que nos dejemos de idealismos y seamos realistas…

VIVIR EN LIBERTAD es vivir amando, pero esto suena a sermón de curas y, por ese simple dato, es ya suficiente para desecharlo (esa ha sido también otra de las batallas ganadas: hacer detestable todo lo que suene a una dimensión espiritual o religiosa), y el amor se ha hecho una reducción de él al terreno de lo sensual, confundiendo amor con sexo, o con un sentimiento natural. Con lo cual, cuando hablamos de “amor” se ha de entender un sentimiento blando de color de rosa.

Pero “Vivir amando” es vivir interesado por la vida del ser humano, del planeta, de la dignidad de la persona, de las relaciones de justicia e igualdad; es luchar en contra de todos los atropellos que se hacen al ser humano, es poner en practica todas las capacidades que tenemos para que sirvan para el bien común… El reduccionismo que se ha hecho del amor y la actitud agresiva contra aquellos que lo viven en su autenticidad, no es gratuita ni fortuita, está todo perfectamente dirigido a unos fines y responde a unos intereses: cuando nos encerramos en estos esquemas, y se establece el individualismo, como norma de la vida, nuestras capacidades se atrofian, cada vez estamos menos capacitados y nuestra sensibilidad se anula. En el amor, el ser humano es como una fuente: cuanto más da, más grande se hace y, por el contrario, cuanto menos da, menos tiene, más egoísta se convierte.

Pues aunque suene a sermón de cura, aunque nos produzca grima escucharlo, la ciencia y la inteligencia, con todo lo importantes que son, no van a salvar al mundo; sin la BONDAD, no tienen nada qué hacer, todos sus instrumentos, todo su poder, sin la BONDAD, sin el AMOR se convierten en instrumentos de muerte, que terminan matando al mismo sistema que los emplea.

Hoy no se necesita gente con mucho poder y mucho dinero, ya los hay y estamos viendo lo que hacen, no se necesitan políticos con sus teorías y sus discursos manipulando y riéndose del pueblo, esos estamos hartos ya de verlos y aguantarlos y, estamos viendo que son, más bien, el gran estorbo que tiene la humanidad, ya que la utilizan para sus intereses y no para servirla. Los únicos que pueden salvar al mundo son aquellos que con coraje apuesten por los grandes valores de la justicia, de la verdad, de la libertad, que actúen con AMOR y, de esa manera, construyan la PAZ. ¡¡¡Y no hay otro camino!!!

El individualismo que pretende encerrar al ser humano y considerarlo único y exclusivo en el universo, es un error inaceptable; los seres humanos nos necesitamos unos a otros y nos relacionamos ayudándonos, esto es la economía y no otra cosa, porque los seres humanos somos capacidad de relación y nos desenvolvemos viviendo en relación fraterna unos con otros; el ser humano no puede vivir si no se siente amado, si no ama, si no se siente escuchado y tomado en cuenta; el ser humano no es una máquina que produce y que consume y cuando no hace esto se la manda a la basura.

La ECONOMÍA, aunque suene a disparate lo que digo, no es una ciencia, sino el arte de relacionarnos, de ayudarnos, de poner en juego todas nuestras capacidades en beneficio de los demás, de modo que sintamos que somos útiles, haciendo que otros se sientan felices con nosotros.

La economía no es la ciencia que maneja las diferentes situaciones del mercado, para aprovecharse los unos de los otros y ver quién se lleva la tajada más grande. La ley que debe regir la economía no es la competición que nos lleva a sentirnos enemigos o contrincantes los unos de los otros, haciendo que nos sintamos grandes porque logramos aplastar a los otros, apropiándonos de lo que tienen y dejamos que sea el mercado quien la regule y la mueva. Ya sé que alguien me tachará de ignorante, de soñador, de vivir fuera de la realidad… ¡¡¡Todo lo que ustedes quieran!!! Pero nadie me podrá demostrar que lo que tenemos montado es mejor que lo que yo estoy diciendo y me remito a los hechos.

Según esto, y desde mi ignorancia, no acepto ni entiendo que se nos pueda aconsejar: “tú, vive y deja que el mercado haga lo que tiene que hacer, él ya sabrá cómo arreglarlo todo”.  Esto es un error, esto es renunciar a la libertad, pues cada uno debemos ser responsable de nuestros actos.

El mercado no es quién para regular mi vida, él mercado no es humano ni puede regular nada que corresponda a los seres humanos: el mercado no tiene sentimientos de humanidad, no conoce la situación de las personas; el mercado va a los suyo: GANAR y para ello, lo único que hace es especular para ganar, cuanto más mejor, de forma insaciable. El mercado no puede sustituir nuestra opción de libertad que nos lleva a disponer de nuestros bienes y de nuestras capacidades que yo las utilizo para ayudar a mis semejantes y no va a ser el mercado quien ponga precio a mis actos y condiciones a la acción y sentimientos de mi persona.

La única ley que puede regir la economía es la FRATERNIDAD que hace de los seres humanos hermanos, y no contrincantes y enemigos; la fraternidad, como el amor, no es un sentimiento que nos hace sentirnos muy a gusto al lado de las personas, porque nos tenemos cariño, sino que es algo que procede de la libertad, es una opción y significa poner todas las capacidades al servicio de los demás, para lograr hacer un mundo mejor, de lo que se derivará inmediatamente el dar solución a muchas necesidades que tenemos a nuestro alrededor y lo hacemos, no con el interés de beneficiarnos, sino de ser “personas de provecho” y, en esa actuación, perdemos el miedo y tenemos la confianza de que también quedarán cubiertas nuestras necesidades.

El problema es que no se hace “FRATERNIDAD”, sino “ESPECULACIÓN” y, esto no significa querer cubrir necesidades y crear bienestar, sino que aquí es la avaricia el motor que lo mueve todo y la codicia se establece como meta: cuanto más tengo, más quiero y más siento necesidad de tener, convirtiéndose en una espiral insaciable, entonces, no se arreglan problemas, sino que se multiplican y se atropella a la humanidad, ya que el objetivo no es el ser humano, sino saciar el hambre insaciable de dinero y de poder.

No puede ser, por tanto, que el mercado con sus leyes, sea el que dirija la convivencia entre las personas; es un error gravísimo el ceder nuestra libertad y ponerla en sus manos.

Con esto ocurre lo mismo que con la educación: no se puede bajo ningún pretexto, ceder el derecho de la educación de los hijos al estado o a cualquier institución, pues quedarían siempre a disposición del que entre de turno y cada generación quedaría completamente desligada de la otra y, por supuesto, daríamos al traste con la cultura y con todo.

Todo esto que estoy diciendo podemos verlo con lo que se está haciendo con los alimentos o con el tema de la crisis actual: estamos viendo que se inyectan un montón de millones para el tema de los cereales, pero no se encauzan para aumentar la producción, de manera que todo el mundo tenga suficiente para comer, al contrario: se invierten en especulación y se hacen descubrimientos que podrían arreglar el problema del hambre del mundo, sin embargo, se destruyen los productos, se suben los precios y se obliga a la humanidad a entregarlo todo para conseguirlos y se la deja morir de hambre. Luego oímos la TV que da una noticia diciendo que ha habido una subida enorme de precios de los cereales, que el maíz hay una gran multinacional que está especulando con él con el tema del biodiesel y se está dando una gran hambruna en una parte del mundo que está poniendo en peligro de muerte a millones de personas; esto lo estamos oyendo constantemente y lo escuchamos y nos lo ponen con la misma frialdad que nos hablan del tiempo: si no fuera por los mapas que nos ponen detrás del locutor que nos indica todas las líneas por las que se ven las borrascas, las tormentas las corrientes de aires… si nos quitan eso y nos hablan de economía veremos que no hay diferencia entre una cosa y otra, de tal forma que lo vemos todo con la misma naturalidad: oímos decir que una gran borrasca descargó en cierta zona del mundo y se llevó por delante cosechas, casas, ganados y vidas humanas… y nos quedamos diciendo "¡¡pobre gente!!".

Pues de la misma manera nos levantamos cada mañana y nos ponen la imagen de la bolsa y ahí vemos unas líneas que suben y que bajan y nos dicen: “Los mercados han llegado a mínimos, la bolsa ha dado un batacazo y está por los suelos; tal banco ha tenido que ser intervenido y la crisis ha dejado sin vivienda a un millón y medio de personas… y nos quedamos diciendo: ¡¡Pobre gente!!".

Pero no nos damos cuenta que no es lo mismo una tormenta de agua que cae y se lleva por delante todo lo que encuentra que un banco que cae, un mercado que se viene abajo y arrastra con los ahorros de millones de personas que se han pasado toda su vida trabajando para que la mala administración de un señor o de un grupo, dejen en la pobreza en la ruina a millones de personas y nos quedemos tan tranquilos, viéndolo como si fuera una tormenta que ha venido y nos ha dejado con lo puesto, haciéndonos sentir que no podemos hacer nada, como ocurre con una catástrofe natural. Han llegado a destruirnos la capacidad de reaccionar, a quitarnos por completo la libertad.

Esta forma de actuar es peligrosa y moralmente perversa, pues se establece la mentira y el engaño como norma de la vida, contra la que el pobre no puede hacer nada ya que le faltan los medios para defenderse.

Esta es la forma en que hoy se está haciendo con los alimentos, con la medicina, con la vivienda… y no se trata de un problema que ha surgido a nivel internacional, o una falta de previsión –como constantemente nos dicen- no, se trata de una perversión moral, es algo perfectamente estudiado por aquellos que tienen todo el poder para la especulación, es una artimaña diabólica de la que unos cuantos van a salir multimillonarios mientras van a dejar esquilmada al 95% de la humanidad.

Jugar con algo que sabes que pone en peligro los precios y la estabilidad de la paz, pues puede afectar a millones de personas a quienes se perjudica en la salud, en la alimentación, en la educación, en la vivienda, en su realización personal, con el trabajo… esto tiene la gravedad de un crimen social y los gobernantes tienen toda la cara dura de salir a la palestra y seguir riéndose del pueblo y peleándose descaradamente por sus intereses políticos viendo al pueblo que se pelea, pues han logrado que su desvergüenza y su cinismo sean tratados por el pueblo como el debate de equipos de futbol y lo divierten apostando a ver quién gana la liga, pero entre los políticos no se trata de deporte, sino de cinismo, y mientras el pueblo se muere y la miseria lo va invadiendo.

Yo estoy esperando que el siguiente detalle que empezaremos a ver muy pronto, si es que no cambiamos la manera de pensar y de plantarnos frente a la realidad, es que cualquiera que tenga un pequeño establecimiento, lo primero que tendrá que pensar es en ir pagando un guardia jurado con un buen subfusil, pues pronto no nos podremos fiar de nadie y se convertirá la sociedad en un barco a la deriva con la voz de “¡¡Sálvese quien pueda y a como dé lugar!!".