Diálogos desde el Evangelio. Domingo 34º del T.O., ciclo B


Lectura del santo evangelio según san JUAN 18,33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo: Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó: Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Palabra del Señor

DIALOGOS DESDE EL EVANGELIO
N: Amigo Jesús: acabo de leer el evangelio y me ha dejado bastante confuso. No entiendo bien esos acontecimientos tan catastróficos. Parece que estás anunciando el final del mundo mediante su destrucción.

+ Jesús: Así lo ha interpretado mucha gente a lo largo de la historia y todavía hay grupos que lo entienden de esa forma. Pero, en realidad, yo no quise profetizar el final del mundo y menos como si se tratara de la destrucción de toda la creación.

N: Sin embargo, Maestro amigo, engendra algún miedo eso de que “el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán…”

+ Jesús: Es posible, pero se trata de lo siguiente: los evangelistas, y hoy concretamente Marcos, han puesto en mis labios una forma de hablar que se llama “apocalíptica”, de “Apocalipsis” que significa “revelación”

N: ¿Y qué quieren expresar con este lenguaje?

+ Jesús: Pues mira, con este lenguaje se quiere expresar que en el final de la historia habrá una especie de ruptura muy especial, pero no destructora, sino de salvación, y será el tiempo de recapitular todas las cosas y de lograr que “Dios sea todo en todos”.

N: Ahora recuerdo aquellas palabras de San Pablo en la carta a los cristianos de Roma: “la creación fue sometida a la vanidad…en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción, para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”.(Rom. 8,20-21)

+ Jesús: Ciertamente: se trata de una liberación, de una transformación, de otra forma de existencia de la humanidad y de toda la creación, en la que ahora se ven las huellas amorosas de “mi Padre y vuestro Padre; de mi Dios y vuestro Dios” (Jn. 20,17).

N: Es alentador escuchar tus palabras, referidas a lo nunca pensado por nosotros: eso de nuestro Padre común, como a esa liberación de la creación. Muchas veces he pensado: ¿cómo es posible que desaparezca tanta belleza, reflejada en lo grande y en lo pequeño, tanto orden, tanto derroche de luz y de color, tanta armonía? Esos cielos negros, de los que cuelgan como faroles relucientes las incontables estrellas, y el sol, y la luna…

+ Jesús: Te doy toda la razón. Yo también he hablado alguna vez de la belleza de las flores, de los pájaros que cruzan el espacio; de la luz; de la vides, de la higuera; de las nubes y el viento…Y te digo: habrá unos “cielos nuevos y una tierra nueva”. Y, por favor, no me preguntes cuándo ocurrirán esas cosas porque eso “está reservado a mi Padre”.

N: Amigo Jesús: Ante esta incertidumbre ¿qué consejo nos das?

+ Jesús: Vigilad; vigilad y confiad en mi Palabra, ya que “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Y otra cosa: mis palabras no son de condenación, sino de liberación y de salvación.

N: Me quedo mucho más tranquilo y contento.