El mal no viene de Dios. (Gn. 3,1-24).
P: La existencia del mal en el mundo es una de las realidades que laceran la vida de toda la humanidad. Aunque hay quienes culpan a Dios de la existencia del mal, yo no lo creo así.
R: Y piensas muy bien. Precisamente lo que pretende el autor sagrado es afirmar que, tanto el hombre como la mujer, fueron los culpables del mal en nuestro mundo.
“Dios dijo a Adán y a Eva en el huerto del Edén:, "Podéis comer de todas las frutas de los árboles del huerto pero no comáis del árbol del conocimiento del bien y del mal que está en medio del huerto. Porque cuando comáis de este árbol moriréis.”
P: La prohibición está clarísima, pero creo que hay cosas que necesitan una explicación. Por ejemplo: ¿quiénes pecaron? ¿En qué consiste el pecado de Adán y Eva? ¿Cómo es que interviene la serpiente? ¿Qué decir de la manzana?
Hay más preguntas, pero, por ahora, con estas es suficiente.
R: Antes de contestar a tus preguntas, te recuerdo que, tanto Adán como Eva, son personajes representativos; Adán = hombre y Eva = mujer. Por consiguiente, Adán + Eva, representan la humanidad entera. Son, por consiguiente, personajes míticos.
P: Me parece una aclaración muy interesante, ya que nuestra tendencia es echar la culpa a la mujer, que se dejó engañar por la serpiente y convenció a Adán para que también comiera el fruto del árbol prohibido, como aparece en el pasaje del pecado. Entonces ¿quiénes pecaron?
R: Todos pecamos, y esto es lo que el autor sagrado, con su narración mítica, nos quiere mostrar. Todos sentimos dentro el aguijón del mal. No se trata principalmente de que el hombre haya pecado y esté corrompido, sino que el hombre peca y se corrompe. Tenemos el pecado de Adán y Eva más cerca de lo que pensamos. ¡Está en nosotros mismos!
P: Es cierto nadie puede decir con verdad, que es un santo. Eso de que “yo ni robo ni mato” no es suficiente, porque se puede hacer mucho mal al prójimo sin necesidad de robarle o quitarle la vida. Dejamos, a veces, abandonados en la cuneta a gente que nos necesita. Pero vamos a la segunda pregunta: ¿en qué consiste el pecado de Adán y Eva? (= de la humanidad)?
R: Lo primero que aparece es que se trata de desobedecer a Dios, pero hay algo más hondo, y es que el hombre y la mujer quieren ser como Dios, según lo expresa la serpiente: “si coméis de ese árbol seréis como dioses”, y ¡¡¡lo consiguen!!!: se hacen dioses, con minúscula, lo que significa que se hacen ídolos, es decir “dioses falsos”, pero no consiguen ser como DIOS.
P: Y ¿no es esto lo que sigue pasando ahora?
R: Veo que lo has entendido muy bien. Por el pecado se sigue suplantando a Dios; considerándolo como el rival del ser humano. El hombre y la mujer, -todo hombre y toda mujer, representantes de toda la humanidad- se convierten por su cuenta en “dioses”, se erigen en árbitros del bien y del mal. A partir de esta autonomía moral, el hombre, cuando peca, niega su condición de creatura y esto le lleva a considerarse como “dios”, estimándose a sí mismo por encima de todo.
P: Me doy cuenta de que nos falta tiempo y espacio. Seguiremos con las preguntas que te hice al principio.