Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: “Éste es mi hijo amado; escuchadlo”. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre resucite entre los muertos”. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
DIÁLOGO
Ana.- “Este es mi Hijo Amado, escuchadlo”. La voz de Dios Padre rompe nuestra rutina y nos presenta a Jesús como su propia encarnación, y su Palabra nuestra guía para amar.
Irene.- Jesús subió a orar al monte Tabor con Pedro, Santiago y Juan. Pero algo importante iba a ocurrir: “La Transfiguración de Jesús”. ¡Un adelanto de nuestra presencia ante Dios!
Lucía.- Una sensación de paz, un estado de felicidad, el fin de las preocupaciones, el olvido de nuestras ambiciones, el disfrutar la plenitud del amor: ¡Nuestra esperanza hecha realidad!
Jorge.- Jesús tiene una naturaleza humana y sufre y llora como tú y como yo. También tiene otra divina, la naturaleza de un Dios que ama, hasta su entrega en la cruz
Ana.- ¡Un bello resplandor surgió de Jesús! Mostraba su naturaleza divina, un anuncio de su futura Resurrección.
Irene.- Un encuentro con Dios Padre y con dos personajes del antiguo testamento: “Moisés y Elías”. Y hablaron con Jesús, quizás de la pasión que iba a padecer Jesús en Jerusalén.
Lucía.- Moisés representa a la ley, que él mismo recogió en el monte Sinaí. Elías era el profeta que anunció la venida del Mesías, del Salvador del mundo, del Dios hecho hombre.
Jorge.- Pedro, sorprendido por el encuentro, ¡no entendía nada! ¡Se sentía tan bien, que no quería que acabara nunca aquel momento! ¡Una nube los envolvió y una voz los conmovió!
Ana.- ¡Sí! Era el momento del anuncio de la pasión y muerte de Jesús. Los apóstoles sabían que Jesús era el Elegido por Dios. Pero si moría, nunca los dejaría solos.
Irene.- ¿Y tú? ¿Has tenido la suerte de ver la luz de Jesús? ¿Has llegado a oír su voz en el momento de la oración? ¿O al participar en la Eucaristía?
Lucía.- Cada vez que ves a alguien caído o humillado por la vida, ¡estás viendo al mismo Jesús! ¡Y Él te ha elegido a ti para que le ayudes!
Jorge.- Déjate envolver por la nube encantadora de Jesús. Bájalo de la cruz enterrando tu orgullo y tu envidia. ¡Presume de amar a Jesús! Tu recompensa te la ha mostrado Jesús en el monte Tabor.