Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en la cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar. Se levantó de madrigada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca”. Él les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; para eso he venido”. Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
DIÁLOGO
Irene.- “Todo el mundo te busca”. Los apóstoles de Jesús, contemplaban el resultado de las maravillas que realizaba Jesús.
Lucía.- Jesús, no solo mostraba su mensaje, también curaba a los enfermos que tenían fe en Él. A la suegra de Pedro, con un sencillo gesto, le tomó de la mano, y le curó.
Agustín.- ¡Pero, lo genial de este milagro, no fue que la sanó!: “¿Os habéis fijado en la reacción de la suegra de Pedro?”
Carlos.- ¡Ya entiendo! De inmediato, se puso al servicio de Jesús: “Supo entender el sentido del mensaje de entrega y amor, que Jesús predicaba”
Irene.- ¡Jesús nos libra del mal de la envidia, nos aleja del peligro de la ambición, nos cura del egoísmo, y nos lleva a pensar más, en nuestros semejantes!
Lucía.- ¿Cómo vives las experiencias del encuentro con Jesús? Cuando Él te da su mano: ¿Te pones a su servicio, para vivir y llevar su mensaje?
Agustín.- Algunos creen, que Jesús es “un Conseguidor”, de nuestros caprichos, de nuestras pequeñeces humanas: ¡Recuerda que Dios es Amor, y amor es entrega!
Carlos.- ¡Entérate bien! Si hay niños que mueren de hambre, no es una decisión de Dios: ¡Es consecuencia de la ausencia de Dios en nuestras vidas!
Irene.- Curar las miserias del hombre, recobrar la salud de nuestros corazones: ¡Ese sería el verdadero milagro, de Dios con nosotros!
Lucía.- Y de inmediato, ponernos al servicio de Jesús, y preguntarle: ¡Jesús ¿Qué quieres de mi? quiero ser tu milagro! ¡Quiero ser el consuelo del mundo!
Agustín.- El hombre, parece que ha dejado de buscar a Dios: “La búsqueda del sucio dinero, el poder corrompido, la mentira interesada, el aborto de la vida concebida” ¡Son muestras de la enfermedad del hombre!
Carlos.- Buscar a Dios, en la Eucaristía, en su Palabra, en la persona necesitada, en el joven atrapado por la droga, ¡Y CUANDO TE DE LA MANO!: ¡Ponte a su servicio, no tengas miedo! Tu entrega, valdrá la pena