ENTREVISTA CON ADAN Y EVA, EN EL PARAÍSO
Hoy, mis queridos Adán y Eva, nos vais a permitir que interrumpamos vuestra vida normal para hablar un rato con vosotros.
Adán: nos alegramos mucho de conoceros y de que vosotros también conozcáis este paraíso que Dios nos ha regalado.
R: Sabemos que vuestros nombres son representativos y que se refieren a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, pero nos agrada trataros como amigos.
Eva: También a mí me agrada y, junto con Adán, esperamos vuestras preguntas.
P: Pues allá va la primera: ¿Cómo os va en este jardín tan bien cuidado y tan lleno de encantos?
Adán: os vamos a contestar los dos, y lo haremos con alegría. ¿Qué cómo nos va? Pues solo tenéis que mirar a vuestro alrededor e ir dilatando la mirada hasta el horizonte.
Eva: yo disfruto cada mañana cuando la aurora –el despertador de Dios- va rompiendo y ocultando las tinieblas de la noche. Adán goza contemplando las estrellas y explicándome las distintas constelaciones. Mientras, las aguas de los numerosos arroyos nos deleitan con su suave murmullo.
R: Pasados muchos años, San Juan de la Cruz preguntaba a las criaturas:
“¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado”!
(Y las Criaturas siguen respondiendo)
“Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura”.
Adán: La contemplación de la naturaleza nos lleva a descubrir el amor que Dios nos tiene. Uno se siente el predilecto de toda la creación.
Eva: Muchos días oímos el ruido de los pasos del Señor Dios que se pasea por el jardín a la hora de la brisa, Dios nos quiere libres; así lo reconoció al prohibirnos comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Sabía que podíamos comer o no comer el fruto de aquel árbol, señal de que nos hizo libres.
Adán: Pero dejemos eso para otra ocasión.
P: Debe ser impresionante oír los pasos de Dios.
Adán: Cierto, amigo. La experiencia de Dios es lo más maravilloso y deleitable que se puede vivir. Es como conectar nuestro corazón con el creador y Padre.
Eva: Ese amor es el que nos lleva a querernos y a llevar juntos nuestra vida. Nuestros corazones funcionan al unísono pero, eso sí, poniendo cada uno lo que nos corresponde. No se nos olvida aquello de que “serán los dos una sola carne”. Ese vivir juntos queriéndonos, es precisamente lo que nos hace personas “a imagen de Dios”.
R: Queridos Adán y Eva, se nos acaba el tiempo. Juntos pidamos a Dios que tengamos la misma experiencia que vosotros.
Eva y Adán: Que así sea.