P: Me he leído en esta semana el pasaje donde se nos habla de la serpiente.
«La serpiente era la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios.» Con estas palabras sorprendentes nos presenta la Biblia esta serpiente que habla, que piensa, que razona, que pone en tela de juicio el mandato de Dios, que siembra la duda en Adán y Eva…Y pregunto: ¿Fue real la existencia de esta serpiente?
R: Te contesto con un NO rotundo. Las serpientes nunca han hablado, ni hablan ni hablarán. Y no me digas que pudo ser un milagro de Dios.
P: Pudo ser. Lo que pasa es que no es creíble un Dios “milagrero”. Yo creo que la serpiente significa otra realidad más profunda, ¿no es así?
R: Así es. Mejor es tratar de relacionar la serpiente con esa “voz” que, desde dentro, nos invita a ti y a mí a rebelarnos contra los planes divinos. ¿O es que tú nunca has oído esa voz? Porque yo sí la he oído.
P: Y yo también he sentido muchas veces. en mi corazón esa voz (la tentación), que me invitaba a no hacer lo que Dios espera de mí. Y es curioso: esa voz, (la tentación), siempre presenta el mal bajo el aspecto del bien. “Seréis como dios”. Todo esto quiere decir que la serpiente es un símbolo ¿verdad?
R: Veo que lo has entendido bien. Eva y Adán escucharon la propuesta de la serpiente (tentación), y claudicaron desobedeciendo el mandato de Dios, llevados por el deseo ardiente de “ser como Dios”.
En todo el pasaje del Gn. 3, se pone de relieve el carácter simbólico de la serpiente. Ella es el instrumento de un poder maligno como lo atestiguan numerosos documentos de la historia de las religiones. Seguiremos el próximo día.