Monición de entrada, "LAS TENTACIONES DE JESÚS". CUARESMA, DOMINGO 1º Ciclo “B” Mc. 1, 12-15

El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”


DIÁLOGO

Jorge.- “Convertíos y creed en el Evangelio” Con estas palabras, comenzó el Miércoles de Ceniza el Tiempo de Cuaresma, con la imposición de la Ceniza en forma de cruz.

Agustín.- La Cuaresma es un tiempo para pararte a pensar, para conocerte, para cambiar, para hablar con nuestro Padre Dios, para aprender a amar.

Carlos.- ¡Nosotros no podemos pararnos! Tenemos que ir a inglés, luego a la piscina cubierta, más tarde al conservatorio de música, y los martes y mueves tenemos baile, los miércoles y viernes a Kárate.

Lucía.- ¡Ah, se nos olvidaba!: los lunes y sábados, tenemos baloncesto, y pasear al perro todos los días antes de comer, ¡Y además...!

Jorge.- ¡Para, para, párate! ¡Que me estás estresaaaaandoooooo! ¡Madre mía! ¡Si tienes la agenda más liada que un político!

Agustín.- ¡Pareces un pollo sin cabeza! ¿Y cuándo te dedicas a pensar, o a crecer como persona, o a escuchar lo que Dios quiere de ti?

Carlos.- La Cuaresma te ofrece ese momento: ejercitar tu mente y tu corazón, mediante la oración ante el Buen Dios, ante el Padre Bueno. ¡Y decidir servir a los demás, o ser servido!

Lucía.- Decidir amar a Jesús o vivir angustiado por la rutina de la vida. ¡Aprender y estudiar: “SÍ”! pero ¿Para qué? ¿Sólo para ganar dineros, o para crecer en una sociedad solidaria?

Jorge.- En el desierto, Jesús se apartó de las cosas que nos distraen para mantener un encuentro íntimo con el Padre Dios. Y vivió las tentaciones que sentimos cada uno de nosotros.

Agustín.- “Convertir las piedras en pan”. Para recordarnos el apego hacia las cosas materiales, por las que a veces, nos convertimos en sus esclavos: ¡la avaricia, el afán de poseer!

Carlos.- “Arrojarse al vacío desde el templo”. Para recordarnos el peligro del orgullo, de sentirnos admirados, de creernos los más importantes, creer que nos merecemos todo, y por encima de todos.

Lucía.- “Te daré todo si me adoras”. La ambición del poder, para dominar el mundo, y sentirlo a tus pies, en lugar de usar el poder para ser el servidor de todos, el servidor de la justicia y la verdad. ¿Y tú, te atreves a dialogar con Jesús? ¿A preguntarle: “Jesús, ¿qué quieres de mi?"?