Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 32


Caín y Abel (e)

P: Te recuerdo los dos aspectos que me gustaría tratar: la soledad del pecador y el comportamiento de Dios con una sociedad donde existe el pecado.

R: Primero vamos a tratar de la soledad del pecador y nos puede ayudar el recuerdo de cómo Adán y Eva se escondieron después del pecado, y fue preciso que Dios los buscara. Algo parecido hace Caín. Y es que el pecador, en este caso fratricida, rehúye la presencia de Dios, tratando de sustraerse de au mirada.



P: ¿Y no es verdad que Caín queda excluido también del trato con los demás?

R: Llevas toda la razón del mundo. No hay nada más que fijarse en lo que Dios le dijo: “maldito seas, lejos de este suelo, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra".

Encontramos en el texto dos palabras que entrañan la exclusión de la comunión fraterna.

P: ¿Quieres decirme y explicarme cuáles son?.

R: Para eso estoy, amigo. Las dos palabras, los dos términos que se nos pueden quedar inadvertidos son: “vagabundo” y “errante”.

Con el término “vagabundo”, se indica “un moverse de acá para allá, un andar sin rumbo y la pérdida del sentido de la vida. Son acertadísimas y llenas de realismo las palabras del Salmo 56,9: “solo Dios lleva las cuentas de nuestro peregrinar”.

P: ¿Y qué significa andar errante? Me interesan mucho estos detalles porque pueden enseñarnos a leer los pasajes bíblicos sosegadamente y en constante búsqueda.

R: Bien dicho. La palabra errante significa “un caminar a tientas, como los ciegos, pero, además quien ha roto, con el homicidio, las relaciones humanas, se convierte en un ser solitario, perseguido, errante, sin amigos, u errabundo sin tregua.

P: La soledad. Mientras me has explicado esos dos términos, estaba pensando en la soledad. Esa situación oscura torturante y dolorosa en la que vive tanta gente, aunque estén físicamente rodeados de una muchedumbre. ¿No es verdad que también sobre el justo puede ensañarse la desdicha de la soledad, del aislamiento?

R: Puedes verificarlo al ver lo que los discípulos hicieron con Jesús durante la Pasión. Se durmieron, lo abandonaron, Pedro lo negó. La negra oscuridad de la soledad hundió sus tentáculos en el corazón de Cristo. Hasta se vio abandonado por su Padre.

P: Creo que todavía hay algún cabo suelto. ¿Seguiremos el próximo día?

R: Es verdad: nos quedan otra cuestión: Dios no abandona a Caín, sino que se compromete a evitar que se cumpla la ley de la venganza, tan corriente en todos los tiempos.