Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 31


Caín y Abel (d)

El Señor dijo a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel? 

P: Al leer este texto me quedo impresionado. Dios no permanece indiferente ante la muerte, y menos cuando se trata, como en este caso, de un fratricidio. Dios busca al asesino, que estaría tratando de esconderse como hicieron Adán y Eva en el paraíso para evadir mirada de Dios. ¿Dómde está tu hermano Abel?

R: La contestación de Caín no pudo ser más agria: Contestó: "No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?".


P: Creo que lo que pretende Caín es eludir toda responsabilidad. Miente al decir que no sabe dónde está su hermano, y, además, se siente totalmente ajeno a el. ¿Sabes una cosa? Yo siento cierto miedo a que Dios me haga la misma pregunta.

R: Qué razón llevas, amigo, pues a mí me pasa igual. Ante las grandes penurias, desdichas, carencias, injusticias y hasta la muerte de tantos hermanos, también tratamos de echar fuera nuestra parte de responsabilidad y, en el fondo, estamos diciendo a Dios lo mismo que Caín: ¿acaso soy yo guardián de mi hermano?

P: Y Dios sigue preguntando: "¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo”.

Y pregunto: ¿Para qué busca Dios a Caín? ¿Para qué un interrogatorio tan preciso?

R: Desde luego, Dios no busca la venganza, ni quiere poner en práctica la Ley del Talión: “ojo por ojo y diente por diente”. Tampoco deja totalmente impune el crimen de Caín. Este será su castigo: “maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra." 

P: Y ¿no es verdad que nos vemos más inclinados por la venganza que por el perdón? Decimos fácilmente: “el que lo ha hecho que lo pague”. Por otra parte vemos cómo hay gente que se toma la justicia por su mano, pero, además, no siempre son justos los que tienen en la sociedad , de forma delegada, la misión de hacer justicia. La justicia no es igual para todos. No es igual para los ricos y los poderosos que para los pobres y débiles.

R: Todo eso es verdad, pero vamos a fijarnos en lo que Dios hace con Caín que, por una parte, reconoce su culpa (“mi culpa es demasiado grande para soportarla”) y, al quedar como un vagabundo y errante en la tierra, tiene miedo de tener que esconderse de la presencia de Dios y de quedar expuesto a que cualquiera que se lo encuentre lo mate Y el Señor puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara. 

P: Me gustaría tratar dos aspectos que, al menos para mí, los considero importantes: la soledad del pecador y el comportamiento de Dios con una sociedad donde existe el pecado.

R: Procuraremos verlo.