Querido Jesús:
Hoy te escribo un poco confuso. Hoy me he dado cuenta que para estar a tu lado, para ser feliz, ¡tengo que desaprender muchas cosas!.
Creía que para ser feliz, tenía que ser el mejor en todo... sin importarme a quien fastidiara, que tenía que ser superior a los demás... para poder humillarles, que tenía que poseer más cosas... para que me envidiaran, que tenía que saber más... para poder aprovecharme de los otros, ser el más veloz... en huir de los amigos que me necesitan.
El tiempo lo utilizaba para hacer creer a la gente, que yo era de otra manera, tenía que esconder mi yo, tenía que esconderme de mi mismo... siempre voy disfrazado.
El conocerte a ti, me ha llenado mis pulmones de una bocanada de aire fresco. Tú me quieres tal cual, con mis defectos y mis virtudes, no quieres que sea el mejor, quieres que sea yo, y que saque de mí lo mejor para compartirlo con los demás. Sólo me pides que ame, que me entregue sin esperar recompensa.
Te confieso una cosa Jesús... Cada vez que me haces un instrumento tuyo, brota en mí la felicidad... Cada vez que comparto los problemas de alguien, me siento descansar.
Cada uno de esos momentos, me hacen acercarme a Ti.
Amigo Jesús, .... ¡Qué bien me encuentro a tu lado!
¿ Qué raro...? ¡No deseo nada, se me ha perdido mi ambición, y sin embargo me siento la persona más feliz y poderosa del mundo!
En Linares, un día cualquiera de un mes de Diciembre cualquiera.