Monición de entrada. DOMINGO 3º DESPUES DE NAVIDAD, CICLO “C”, Lc. 3, 15-16.21-22






FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS

El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; el tomó la Palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.


DIÁLOGO

Triana.- Hoy celebramos la Fiesta del Bautismo de Jesús. ¡Pero no, os liéis! El verdadero bautismo de Jesús fue a los ocho días de su nacimiento, cuando lo circuncidaron como judío.

Fernando.- ¡Recordad! Juan estaba junto al río Jordán, predicando y perdonando los pecados. ¡Él Bautizaba con agua!

Ana.- Algunos creían que Juan era el Mesías, el salvador del pueblo judío.

Irene.- Jesús se puso en la fila para que Juan lo Bautizara, y del cielo vino el Espíritu Santo, y dijo Dios: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.

Triana.- Jesús, desde tu nacimiento nos enseñaste la humildad al nacer en un pesebre. Y al principio de tu vida pública te mezclaste con tu pueblo, para cargar a tu espalda nuestros pecados.

Fernando.- Jesús nunca se dio importancia a su persona. ¡Para Él lo importante era su mensaje!

Ana.- Un mensaje de amor. ¡Pero no seas tan listillo! No es el amor que te tienes a ti mismo.

Irene.- El amor que Jesús vive. Es el amor que encuentras al convivir con los demás.

Triana.- Jesús, Tú bautizas con “fuego y agua viva”: un fuego que enciende cada rincón de nuestra vida, y un agua que refresca nuestra ilusión de vivir junto a ti.

Fernando.- Esta semana vamos a reanudar la catequesis. Recordad que los mejores catequistas sois vosotros, ¡nuestros padres y nuestros abuelos!

Ana.- Queremos que nos habléis de Jesús y de su mensaje: ¿por qué viviendo de la mano de Jesús se siente tanta paz?

Irene.- La libertad es un signo del Reino de Dios, ¡pero cuidado!: si buscas sólo la libertad individual, te harás egoísta, pero si además buscas la libertad de la comunidad, de la familia, de la parroquia, llegarás a amar, ¡llegarás a encontrar a Dios!