Lectura del santo evangelio según S. Mateo 3,13 17
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: "Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?"
Jesús le contestó: "Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así lo que Dios quiere."
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: "Este es mi hijo, el amado, mi predilecto."
DIÁLOGO
N: Me impresiona, querido Maestro, verte en la cola de los pecadores, como uno de tantos, para ser bautizado por tu pariente Juan el Bautista.
*Jesús: Sin embargo, lo que hice era lo más natural, lo que mi Padre quería que hiciera.
Yo vine a entrar en el surco de la historia humana, a ser “uno de tantos”, a vivir y compartir la vida con los hombres y mujeres de entonces y de siempre.
N: Sí, pero, amigo Jesús, Tú no necesitabas recibir el bautismo de penitencia, impartido por Juan. Hasta el mismo Bautista se negaba a bautizarte. Me gustaría haber visto la cara que puso al ver que te acercabas como un pecador más.
*Jesús: Pues ya ves: estaba extrañadísimo; me miraba fijamente como queriendo apartarme de allí. Yo creía que me iba a dar la concha para que fuera yo el que siguiera bautizando a los que quedaban y, por supuesto, a él mismo.
N: Pero cuando le dijiste: “está bien que cumplamos lo que Dios quiere” se dio por vencido y te bautizó.
*Jesús: Juan era un hombre de fe, cumplidor de la misión que había recibido de Dios, fuerte en sus convicciones, claro y contundente en sus palabras (no tenía pelos en la lengua), austero hasta el extremo, amante de su pueblo por el que se sacrificó hasta el extremo.
N: Amigo Jesús: cómo se conoce que es tu pariente. Te emocionas hablando de él. Juan se quedaría de una pieza cuando viera cómo “se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre ti. Y cómo vino una voz del cielo que decía: "Este es mi hijo, el amado, mi predilecto."
*Jesús: No me dijo nada. Me miró confundido (pensando quizás, “¿no llevaba yo razón?), y se echó a mis pies, diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios”.
N. Jesús, el Hijo enviado del Padre: Pienso hoy en mi propio bautismo. También por el bautismo empecé a formar parte de la familia de Dios. Los bautizados somos hijos de Dios y, por consiguiente, somos hermanos. Estamos vitalmente unidos a Ti que eres nuestro Hermano Mayor; nuestro Maestro; nuestro Pastor; nuestro Señor; nuestro compañero de viaje...Eres DIOS-CON-NOSOTROS.
*Jesús: Me satisface oírte hablar así, pues hay muchos bautizados que dejaron el bautismo muy atrás, al principio de su vida, y solo lo recuerdan en ocasiones en que van a celebrar una fiesta religiosa, muchas veces con espíritu pagano.
N: Querido Jesús: creo que tendremos ocasión de hablar, pues me parece que te refieres a las primeras comuniones, a las confirmaciones y al sacramento del matrimonio.
*Jesús: Has acertado, entrañable amigo. Hay veces que en estas fiestas me siento marginado e ignorado, y me da pena de los niños, cuando los inducen a pensar solo en los regalos que van a recibir.
N: Es verdad, querido Maestro. También nosotros, los mayores, pensamos poco en nuestro bautismo, sabiendo que la vida cristiana, nuestra vida como cristianos es (debe ser) un desarrollo constante del bautismo, sintiéndonos unidos a Ti y comprometiéndonos en la construcción de tu Reino.