DIÁLOGO
Pablo.- “Dadles vosotros de comer”. Con esta frase, Jesús sorprende a los apóstoles, y también a nosotros. ¿Qué tenemos nosotros para alimentar o ayudar al mundo?
Agustín.- La multitud que seguían a Jesús, necesitaban llenarse de esperanza. Las Palabras de Jesús, eran su consuelo y su alimento espiritual. Y se olvidaron de llevar comida.
Lucía.- “Despide a la multitud…”, le dijeron a Jesús. Con estas palabras, los apóstoles daban por concluida la reunión. Pero ¿Cómo iba a abandonar Jesús a esas personas? Tenían hambre
Jorge.- ¿Cómo podemos dejar morir hoy nosotros, a millones de personas en el mundo? ¿Nos olvidamos de ellos, como querían los apóstoles?
Pablo.- Y Jesús, mirando al Padre Dios, obró el milagro, y con dos panes y cinco peces, comieron más de cinco mil personas, y sobró.
Agustín.- De la crisis moral, del “todo vale”, hemos pasado a la crisis económica, del “sálvese quien pueda”, hasta llegar a vivir apartados de Dios, del verdadero consuelo del hombre.
Lucía.- ¡Pero ahora nos toca a nosotros revivir ese milagro! Debemos de poner nuestros dones al servicio de Jesús, Los jóvenes no podemos abandonar a los verdaderos humillados por la crisis.
Jorge.- ¡Debemos contagiar el amor de Jesús! Nos hemos embobado con los ordenadores, con los móviles, con el Dios del tener y del culto a la belleza. ¡Basta ya de tantas tonterías!
Pablo.- “Romped con la moda del ser egoísta”: ¡Tenemos mucho por ofrecer! Con el Pan del Cielo, podremos saciar de justicia a la tierra. No podemos apoderarnos de las cosas ajenas, y eso ocurre si nos sobra mucho.
Agustín.- ¡Y recuerda! Jesús quiere que seamos felices. “Pero todos…., no solo nosotros”. Jesús hizo el milagro, pero el reparto, se realizó de manos de los apóstoles, de nuestras manos.
Lucía.- ¡Ya entiendo! Jesús pudo hacer caer pan del cielo, pero quiso que participáramos todos en el milagro de la vida, en repartir y compartir con los más débiles y necesitados.
Jorge.- Y al final de su vida terrenal, realizó el mayor Milagro, en el que, una sola persona, su persona, se convertirse en alimento eterno, para siempre, de toda la humanidad: “LA EUCARISTÍA” ¿Te vas a perder ese manjar?