Monición de entrada. Domingo 18º T.O., Ciclo A. "EL MILAGRO DE LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y LOS PECES"

Al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Cómo se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer”. Jesús les replicó: “No hacen falta que vayan, dadles vosotros de comer”. Ellos le replicaron: “Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces”. Les dijo: “Traédmelos”. Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


DIÁLOGO

Pablo.- “Dadles vosotros de comer”. Con esta frase, Jesús sorprende a los apóstoles, y también a nosotros. ¿Qué tenemos nosotros para alimentar o ayudar al mundo?

Agustín.- La multitud que seguían a Jesús, necesitaban llenarse de esperanza. Las Palabras de Jesús, eran su consuelo y su alimento espiritual. Y se olvidaron de llevar comida.

Lucía.- “Despide a la multitud…”, le dijeron a Jesús. Con estas palabras, los apóstoles daban por concluida la reunión. Pero ¿Cómo iba a abandonar Jesús a esas personas? Tenían hambre

Jorge.- ¿Cómo podemos dejar morir hoy nosotros, a millones de personas en el mundo? ¿Nos olvidamos de ellos, como querían los apóstoles?

Pablo.- Y Jesús, mirando al Padre Dios, obró el milagro, y con dos panes y cinco peces, comieron más de cinco mil personas, y sobró.

Agustín.- De la crisis moral, del “todo vale”, hemos pasado a la crisis económica, del “sálvese quien pueda”, hasta llegar a vivir apartados de Dios, del verdadero consuelo del hombre.

Lucía.- ¡Pero ahora nos toca a nosotros revivir ese milagro! Debemos de poner nuestros dones al servicio de Jesús, Los jóvenes no podemos abandonar a los verdaderos humillados por la crisis.

Jorge.- ¡Debemos contagiar el amor de Jesús! Nos hemos embobado con los ordenadores, con los móviles, con el Dios del tener y del culto a la belleza. ¡Basta ya de tantas tonterías!

Pablo.- “Romped con la moda del ser egoísta”: ¡Tenemos mucho por ofrecer! Con el Pan del Cielo, podremos saciar de justicia a la tierra. No podemos apoderarnos de las cosas ajenas, y eso ocurre si nos sobra mucho.

Agustín.- ¡Y recuerda! Jesús quiere que seamos felices. “Pero todos…., no solo nosotros”. Jesús hizo el milagro, pero el reparto, se realizó de manos de los apóstoles, de nuestras manos.

Lucía.- ¡Ya entiendo! Jesús pudo hacer caer pan del cielo, pero quiso que participáramos todos en el milagro de la vida, en repartir y compartir con los más débiles y necesitados.

Jorge.- Y al final de su vida terrenal, realizó el mayor Milagro, en el que, una sola persona, su persona, se convertirse en alimento eterno, para siempre, de toda la humanidad: “LA EUCARISTÍA” ¿Te vas a perder ese manjar?