Dijo Jesús a sus discípulos: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo. Os aseguro además, que si dos de vosotros se pone de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18, 15-20).
DIÁLOGO
Agustín.- “Si tu hermano peca, repréndelo a solas”. Con estas palabras, Jesús enseña a sus discípulos un aspecto del amor al prójimo: ¡Ayudarle a reencontrarse con el abrazo de Dios!
Lucía.- ¡Qué difícil tarea! No es fácil abrir los ojos del que está equivocado, del que se ha alejado de Jesús, por comodidad, o por estar atrapado en la rutina del que “todo lo tiene, y todo lo sabe”
Pablo.- ¡No hay mayor ciego, que el que no quiere ver! Y hoy, para eso, la sociedad nos ha preparado un millón de escapes, donde evadirte y convertirte en un corazón insolidario: “sin alma”.
Jorge.- ¡Consumir de forma alocada!, esa es la nueva Biblia de la sociedad, en donde Tú, eres el centro; y el prójimo, la competencia a quién derrotar: Al más guap@, al mejor coche….
Agustín.- O peor aún: ¡Estar enganchado al alcohol, o a las drogas! en esos superchachiguaismacrobotellones, donde dejas de ser persona, para ser una piltrafa humana.
Lucía.- “Pero, hay otro estilo de vida, donde no dejas de ser persona”. ¿Has visto o vivido la JMJ? Ha sido una bocanada de aire fresco, de esperanza, de una alegría desbordante.
Pablo.- Porque, para poder corregir al prójimo, lo primero, es el ejemplo de tu vida y tus obras: “Haz que rebose tu corazón de un verdadero amor solidario”: ¡Solo así, creerán en tus consejos!
Jorge.- Y cuando conozcan tu corazón: Tus palabras serán un bálsamo, un soplo de esperanza; y tu mirada, un adelanto del consuelo, que recibirá al volver a Jesús.
Agustín.- ¡Cuidado! Los gritos, la violencia, no ayudan: “Cierran las puertas de la razón, y abren las de la soberbia y la ira”. ¡Y entonces: apaga y, vámonos!
Lucía.- Jesús está: En el saber escuchar para poder entender, en la serenidad, en la paciencia, en la templanza de tus palabras, en el compromiso de tu ayuda, en la verdad.
Pablo.- Enséñale a rezar, a hablar con Dios, a mostrarle que es el “Padre Bueno”, que siempre está esperando nuestro regreso. No, ¡Dios no es un Padre vengador, que espera castigarnos!
Jorge.- ¡Y ya sabes, “Si dos o tres estamos reunidos en su Nombre, Él siempre estará en medio de nosotros! ¡Todo lo bueno viene de Dios! Haz el bien de una forma desinteresada, y serás el mejor mensajero del amor de Dios.